El futuro del trabajo: innovación exponencial y polarización
Las primeras máquinas durante la revolución industrial sustituyeron a la pura fuerza bruta. Permitieron eliminar el trabajo animal, contribuyeron a la desaparición del esclavismo, y movilizaron el trabajo desde el campo a las ciudades. Con el tiempo, el efecto de esta revolución sobre el modelo de trabajo tradicional fue devastador, pero las personas que se supieron reconvertir tenían nuevos trabajos, antes inexistentes, que les estaban esperando en las fábricas de las ciudades.
Con la llegada del motor de explosión primero, la electricidad después y más tarde los albores de la electrónica (que trajeron la automatización), los efectos sobre el mercado de trabajo volvieron a ser enormes. Esta vez eran los puestos en las fábricas los que estaban amenazados, destruyéndose en gran parte esa capa de la sociedad trabajadora. Hubo sectores enteros en los que el trabajo humano desapareció, como por ejemplo la recogida del algodón que pasó de estar automatizada en un 6% en 1949 a estarlo al 100% en 1972. Desde entonces millones de robots han sustituido a un número mucho mayor de trabajadores en las cadenas de producción.
En la actualidad estamos inmersos en una nueva revolución industrial. En ella, como he venido explicando en los post anteriores, la innovación tecnológica se produce siguiendo un proceso exponencial, lo cual significa que es muy rápida y es extremadamente difícil prever a dónde nos conduce. Los efectos sobre el mundo y la economía de este tipo de procesos comienzan de manera suave, siendo muy fácil confundirlos con procesos lineales. Sin embargo llega un punto en el que la velocidad de innovación aumenta de tal manera que los efectos de cada nuevo salto se amplifican mucho respecto al estadio anterior. Es cuando hablamos de que nos encontramos en la segunda mitad del tablero de ajedrez, en la que las cosas empiezan a ponerse interesantes y las innovaciones se suceden a un ritmo elevadísimo. Dichas innovaciones no solo influyen en procesos o áreas concretas, sino que penetran en toda la sociedad y la transforman de manera profunda. Suelen comenzar por el mercado laboral.
Algunos ejemplos me parecen muy reveladores para vislumbrar hacia donde nos dirigimos.
La empresa Rethink Robotics de Boston, ha diseñado un robot de precio asequible llamado Baxter (en la foto) que permite a cualquier PYME construir su propia línea de producción altamente automatizada. No son necesarios conocimientos de automatización industrial (se interacciona con el robot para indicarle qué movimientos debe hacer) y es posible cambiar por completo lo que se fabrica en un tiempo mínimo. A medida que penetren este tipo de desarrollos impactaránn a los ingenieros de automatización, directores de producción y demás puestos técnicos hasta ahora considerados "a salvo".
Las impresoras 3D a precios asequibles amenazan seriamente la supervivencia de multitud de negocios basados en la fabricación barata de componentes, tanto para empresas como para particulares. En el caso de las empresas los beneficios son claros a la hora crear elementos no seriados, consiguiendo independencia de proveedores, rapidez, ahorro de costes, ahorro de material (las piezas se generan por aportación de material, no por retirada, pudiendo evitarse el uso de hasta un 80% de materia prima). Esto amenaza seriamente a los talleres de mecanizado tradicionales y a puestos especializados dentro de éstas. ¿Y qué decir del ámbito particular? Pues que **muchos objetos sencillos **de uso cotidiano podrás -casi literalmente- **descargártelos de Internet **y generarlos en casa en minutos. Adiós a líneas enteras de producción en unos años. El impacto social de esto además es difícil de prever. Por ejemplo hace poco salto a la actualidad el caso de los planos de piezas para impresora 3D que te permiten construir una pistola funcional.
Y es solo el comienzo en esta área. Todo el mundo de la fabricación se está transformando.
Uno de mis ejemplos favoritos, que demuestra hasta que punto la computación puede transformar el mundo, es la demostración pública de traducción automática que hizo a finales de 2012 el jefe de investigación de Microsoft Research, Rick Rashid. Durante un evento en China, un prototipo de software transcribió a texto sus palabras en inglés traduciéndolas a chino casi instantáneamente y luego, con una demora de unos pocos segundos, las pronunció en perfecto chino ¡usando su propia voz!. Fue asombroso, como atestigua el vídeo (todo él es interesante pero, si eres impaciente, la demo está hacia el final):
Esta tecnología es aún incipiente. Según el propio Rashid su tasa de error actual en la traducción es del 7% (la de un traductor humano medio oscila entre el 2 yel 4%), le cuesta distinguir el significado contextual de muchas frases y tiene algunas otras dificultades. Pero es sencillamente impresionante y sin duda va a mejorar en los próximos años. Cuando nuestro móvil (o lo que tengamos entonces) traduzca en tiempo real lo que decimos al idioma que queramos usando nuestra propia voz, ¿qué impacto puede tener esto sobre la sociedad?. Inimaginable. La maldición divina de la torre de Babel se habrá destruido. En cuanto al mercado laboral: lo siento amigos traductores y profesores de idiomas pero tenéis los días contados a medio plazo. Pero no solo vosotros. Y créeme que yo soy el primero en sentirlo: todo el tremendo esfuerzo desde niño para hablar bien inglés se convertirá en una commodity al alcance de cualquiera, y adiós a mi (cada vez menor) ventaja competitiva 😉
Polarización del mercado laboral
Antes de la revolución de la información en la que nos encontramos la separación del trabajo estaba muy clara: las maquinas trabajan y las personas piensan. En el futuro la distinción no será tan evidente.
Las máquinas ahora no sólo son capaces de sustituir la fuerza bruta y el trabajo mecánico fácilmente automatizable. Cada vez son mejores y tienen mayores capacidades. Sus habilidades irán capacitándolas para realizar más y más trabajos. Creo que no exagero cuando digo que llegará un punto en las próximas décadas en el que los ordenadores y los robots podrán llevar a cabo la mayoría de las tareas de un trabajador medio actual en prácticamente cualquier parcela de la industria o de los servicios.
Por lo tanto muchas capacidades humanas se convertirán en inútiles en el mercado laboral, pero al mismo tiempo otras serán más demandadas que nunca. Esto hará que la actual polarización del mercado laboral sea más pronunciada, hasta que la curva de distribución de la demanda frente a la capacitación tenga una forma de "U" muy marcada.
En un extremo estarán los trabajos que requieren poca capacitación pero más interacción personal y coordinación física, donde la capacidad humana es insustituible por el momento. Es muy difícil reemplazar, por ejemplo, a un peluquero, a un recepcionista o a un cuidador de personas mayores. Existen dos motivos principales. El primero tiene que ver con **la **paradoja de Moravec que nos dice que, al contrario de lo que parece, el razonamiento de alto nivel requiere poco poder computacional, mientras que las capacidades sensoriales y motrices aparentemente sencillas requieren cantidades ingentes de capacidad de cómputo. La segunda tiene que ver con la existencia de **un efecto psicológico **denominado "uncanny valley" que nos hace rechazar a réplicas humanoides que son casi perfectas pero no llegan a serlo del todo.
En el otro extremo se encuentran los puestos de alta capacitación que requieren grandes dosis de conocimiento, razonamiento abstracto, creatividad y pensamiento lateral, que como hasta ahora seguirán siendo demandados y bien pagados, pero que pocas personas pueden desempeñar bien. En este lado de la gráfica **tendrán todavía más peso **incluso, aquellas personas que no sólo posean estas capacidades, sino que además sean capaces de combinarlas con cualidades personales y con un uso adecuado de la tecnología. La combinación de una alta cualificación con el uso hábil de herramientas tecnológicas que todavía la potencien más será lo que más marque la diferencia.
Lamentablemente **en el medio de ambos extremos existirá un valle **de desempleo y trabajos precarios que ya es ancho actualmente, y que cada vez lo será más debido a los efectos de la tecnología que hemos visto. Muchas personas con estudios medios y superiores están dentro de este valle, pero todavía no son conscientes de ello.
Qué nos depara el futuro
En cada revolución anterior se produjeron efectos laborales y sociales muy negativos en primera instancia. Sin embargo a largo plazo la transformación derivó en mejoras sustanciales de desarrollo social y estatus de vida, así como en la aparición de nuevos puestos de trabajo y especializaciones antes inexistentes.
Lo de ahora no debería ser una excepción, aunque tenga implicaciones negativas a corto plazo y conlleve cambios sociales a largo plazo.
Ya he hablado de la tendencia imparable hacia una nueva generación de artesanos del conocimiento. Pero es que además se están creando constantemente nuevos nichos de actividad y nuevas disciplinas de trabajo que no existían hace tan solo unos pocos años.
Un ejemplo de lo primero es una industria tan nueva como la del smartphone, que está creando millones de puestos de trabajo globalmente cada año, y no solo en fabricación y venta, sino en marketing, desarrollo de aplicaciones, formación, usabilidad…
En cuanto a lo segundo existen muchos ejemplos con un claro sesgo hacia el sector tecnológico, pero también en otros ámbitos. Algunos **puestos muy demandados actualmente y que no existían hace 10 años **podrían ser los siguientes: experto en usabilidad e interacción, especialista en S.E.O., Social Media Manager, experto en Cloud Computing, tele-tutor, dinamizador de elearning, coordinador de equipos de teletrabajo, experto en sostenibilidad energética, auditor energético, consultor educacional (muy de moda en USA ahora mismo), coordinador de servicios a personas mayores…
**Nota: **Otra posibilidad apuntada por algunos (entre ellos varios amigos míos) es simplemente que haya mucha gente que no trabaje o que la mayoría trabajemos la mitad de tiempo. Si la productividad aumenta mucho, la mayor parte del trabajo lo pueden hacer las máquinas y el estado de bienestar cubre las necesidades básicas de la población, es posible un escenario en el que la gente disponga de mucho tiempo ocioso. Aunque cueste imaginarlo ante la tesitura económica actual. Esta sería una interesante posibilidad para investigar por todas las implicaciones sociales que tendría, y por la inquietante posibilidad de que se crearan al menos dos niveles de sociedad distintos en los países desarrollados, una especie de primer y segundo mundo, con diferencias mucho más profundas que ahora entre los países más avanzados y los de segunda fila. Pero eso sería merecedor de un artículo (o libro) propio.
En resumen: los dos extremos del espectro de capacitación son los que se llevarán los puestos de trabajo disponibles. Procuremos posicionarnos en uno de los dos, así como combinar nuestra capacitación y habilidades naturales con una buena actitud personal y un uso adecuado de la tecnología que los potencie.