Regalar no es perder: la historia de cómo Tesla lo cambió todo al abrir sus patentes
En 2014, Tesla abrió sus patentes y revolucionó la industria del coche eléctrico. Este movimiento estratégico aceleró su adopción global, impuso estándares y consolidó su liderazgo. Descubre esta interesante historia y las lecciones que pueden aprender de ella empresas de cualquier tamaño.
Año 2014, hace más de una década. La industria del automóvil está en pleno cambio, aunque algunos no se han enterado. Mientras los gigantes tradicionales como Toyota, Ford y General Motors siguen apostando por los motores de combustión, una empresa relativamente joven y liderada por un (en aquella época, excéntrico, ahora un payaso) visionario, decide hacer algo impensable: Tesla, tras años protegiendo con celo su patrimonio intelectual, decide regalar sus patentes.
Pero no lo hace con timidez ni en silencio. Al contrario, lo anuncia al mundo con un post en su blog titulado: "All Our Patent Are Belong To You" (con un guiño a un meme clásico de internet).
Nota: el artículo ha desaparecido de la web de Tesla, pero apunto a la última versión existente en el Wayback Machine de Web Archive.
Detrás de este supuesto gesto altruista, se escondía una jugada estratégica brillante. Algo que no solo impactaría profundamente en la industria del automóvil, sino que también catapultaría a Tesla a un nuevo nivel. Porque, como vamos a ver en este post, regalar no siempre significa perder. Y que tú ganes no significa que otros pierdan como contrapartida, sino que todos ganemos más.
Un poco de Contexto: el mercado del coche eléctrico en 2014
En 2014, el coche eléctrico era poco más que un sueño futurista. La mayoría de los fabricantes tradicionales seguían centrados en los motores de combustión, mientras que los eléctricos eran vistos como un producto de nicho: caros, con poca autonomía y sin una infraestructura adecuada para su adopción masiva. La historia de siempre.
La foto anterior es de un Milburn Light Electric Model 27L opera coupe de 1919, uno de los primeros coches eléctricos. Esta fotografía la tomé yo mismo en el Henry Ford Museum of American Innovation, en Detroit, precisamente en el año 2014, cuando todo esto estaba pasando (la tengo a mucha más resolución. Si te interesa escríbeme, dime para qué, y te la paso). Me encantó poder ver uno de estos de cerca. Yo también era excéptico en aquel momento sobre el futuro del vehículo eléctrico y sabía que había habido varios intentos de crearlos y popularizarlos lo largo de la historia del automóvil ¿por qué iba a ser diferente en esta ocasión?
Tesla, por su parte, era una empresa joven que empezaba a destacar con su Model S, un vehículo que demostraba que los coches eléctricos podían combinar lujo, rendimiento y tecnología.
A pesar de ser una empresa ya muy conocida y de prometer mucho, una cosa estaba clara: Tesla no podía transformar el mercado por sí sola. Para que el coche eléctrico fuese una realidad global, necesitaba que la industria en su conjunto adoptara esta tecnología. Y aquí es donde entra en juego la decisión de abrir sus patentes.
En un panorama donde la innovación en el ámbito de los coches eléctricos avanzaba a paso lento por falta de apuesta, Tesla apostó por acelerar el cambio. Incluso si eso significaba ayudar a sus competidores. ¿Por qué?
La letra pequeña del "regalo" de Tesla
Tras el anuncio, el sector automovilístico en general reaccionó con una mezcla de escepticismo, recelo y curiosidad. ¿Por qué una empresa puntera compartiría sus avances con posibles competidores? Sin embargo, el tiempo demostró que el impacto fue mucho más profundo de lo que nadie imaginaba, tanto para el crecimiento de Tesla como para la transformación de toda la industria.
Por supuesto, la decisión tuvo un impacto muy positivo en la imagen pública de la empresa, mucho antes de que Musk se dedicase a destrozarla a través de la suya propia. Al presentarse como una empresa comprometida con el medio ambiente y el "Open Source" por encima de sus propios beneficios, Tesla no solo ganó simpatía (y ventas) entre los consumidores, sino que también atrajo el dinero de inversores interesados en soluciones sostenibles. Este parecía el principal motivo a simple vista.
Pero, aunque se quiso vestir de una acción altruista y de relaciones públicas, abrir las patentes no fue un gesto impulsivo ni un simple intento de "hacer lo correcto". Fue una jugada calculada que posicionó a Tesla como líder y beneficiario directo del crecimiento del mercado del coche eléctrico.
Pero para entenderlo bien, hay que fijarse en las condiciones reales bajo las que las ofreció y cómo estas estaban diseñadas para garantizar que la empresa saliera ganando.
Tesla no liberó sus patentes sin condiciones. Lo que hizo fue permitir el acceso a ellas bajo la premisa de que cualquier fabricante que las utilizara debía respetar ciertos principios. Por ejemplo, las empresas que quisieran usar estas patentes no podían demandar a Tesla por infracciones relacionadas con tecnologías similares. Esto, en la práctica, protegía a Tesla de posibles litigios mientras ponía sus avances al servicio de la industria.
Además, cualquier innovación que otras empresas desarrollaran basándose en las patentes originales de Tesla quedaba abierta para que Tesla también pudiera aprovecharla. Es decir, Tesla no solo compartía, sino que también se reservaba el derecho a beneficiarse de las mejoras que otros hicieran sobre sus propias ideas. Era un ciclo de retroalimentación perfecto.
Realmente esto viene del mundo Open Source en software, y en los tipos de licencias que se utilizan ahí. Para cualquier empresa, esta estrategia puede ser una forma inteligente de acelerar el desarrollo de tecnologías sin absorber todos los costes de I+D.
Otra razón clave detrás de la apertura de patentes era establecer los estándares tecnológicos en el sector. Al permitir que otros fabricantes usaran sus diseños, Tesla incentivaba a la industria a adoptar sus tecnologías como referencia. Esto era especialmente importante para su infraestructura de carga y baterías. Por ejemplo, si los competidores optaban por los mismos estándares de conectores y sistemas de carga que Tesla había desarrollado, la empresa se aseguraba que sus propios vehículos podrían utilizar una red de infraestructura mucho más amplia, sin necesidad de construirla sola.
Y aquí es donde entra en juego la otra pata de la estrategia: la gigafactoría de baterías de Tesla. Se trataba de un proyecto que ya estaba en marcha en 2014 y que buscaba producir baterías a una escala masiva. Si otras empresas empezaban a construir coches eléctricos que usaran baterías compatibles con las de Tesla, la gigafactoría se volvía aún más rentable. No solo se reducirían los costes de producción gracias a las economías de escala, sino que Tesla podría llegar a vender baterías a otros fabricantes, convirtiéndose en un proveedor clave para toda la industria.
O sea, abrir las patentes no solo fomentaba la adopción del coche eléctrico: también aseguraba que el ecosistema que creciera a su alrededor estuviera estrechamente ligado a las tecnologías y estándares de Tesla.
¿Es o no es una jugada maestra que debería ser más conocida y estudiada?
Pero no se vayan todavía, que aún hay más...
La legislación europea de emisiones
Hay una ramificación que hizo que esta estrategia triunfase y que la hicieran en el momento en el que la hicieron: el endurecimiento de la legislación europea de emisiones. Estas normativas iban a obligar en breve a los fabricantes a reducir las emisiones promedio de su flota, estableciendo multas significativas para quienes no cumplieran los objetivos. Esto forzó a las marcas tradicionales a acelerar sus planes de electrificación de manera repentina.
La apertura de patentes de Tesla llegó justo antes de que esta presión legislativa aumentara a partir de 2015, ofreciendo a los fabricantes una vía rápida para adaptarse a las nuevas reglas sin tener que desarrollar todas las tecnologías desde cero.
Las patentes de Tesla permitían a los fabricantes aprovechar años de investigación y desarrollo, ahorrando tiempo y dinero en la creación de sus propios vehículos eléctricos. Aunque eran competidores, la apertura de patentes permitió que ciertas empresas vieran a Tesla más como un socio que como un rival. Compañías como BMW, Nissan o incluso startups del sector comenzaron a explorar tecnologías inspiradas en las de Tesla en áreas como el suministro de baterías o el desarrollo de tecnologías complementarias.
En este contexto, Tesla no solo se beneficiaba de un ecosistema eléctrico en expansión, sino que también veía cómo la legislación forzaba a sus competidores a adoptar tecnologías que la propia Tesla había ayudado a estandarizar.
Fue un movimiento perfectamente sincronizado con el cambio regulatorio 😮👏🏻👏🏻
Un cambio de paradigma cultural en la industria de automoción
Todo esto se tradujo a medio plazo en beneficios para todos: los fabricantes podían aprovechar estaciones de carga compatibles, mientras que Tesla ampliaba indirectamente la red de infraestructuras que sus propios vehículos podían utilizar.
Pero el verdadero impacto de que Tesla liberase sus patentes no fue solo tecnológico, sino cultural. Demostraron a lo grande que la colaboración podía ser una herramienta muy potente incluso en una industria tan enorme y competitiva como la automovilística. Este cambio de paradigma sentó las bases para un modelo de negocio más abierto, donde compartir innovación no significa perder ventaja, sino crear un mercado más grande para todos.
En definitiva, el "regalo" de Tesla funcionó como un catalizador para la transformación de la industria. Ayudó a acelerar la adopción del coche eléctrico, estableció estándares comunes y forzó a los gigantes tradicionales a adaptarse a un cambio que ya no podían evitar. Y lo más importante: mientras otros avanzaban, Tesla se aseguraba de seguir en la cima, liderando una revolución que ellos mismos había impulsado.
Lecciones para grandes empresas: cuando compartir significa crecer
Ahora todo esto es historia. Pero a partir de la gran jugada, los beneficios que tuvo no solo para Tesla sino para todo el sector, hay unas cuantas enseñanzas que podemos extraer y de las que otras industrias pueden aprender:
Colaborar no significa renunciar a la ventaja competitiva: Tesla demostró que compartir su tecnología no la debilitó frente a la competencia, sino que por el contrario la fortaleció. Al abrir sus patentes, aceleró la adopción del coche eléctrico, pero también impuso sus estándares tecnológicos en la industria, garantizando que su ecosistema creciera. Este enfoque muestra que, en lugar de proteger celosamente cada innovación, una empresa puede liderar un mercado colaborando con otros y haciendo que su tecnología sea indispensable.
Crear un mercado es más importante que protegerlo: en mercados emergentes, como el de los coches eléctricos en 2014, la prioridad no es tanto proteger la cuota de mercado existente, sino expandirla. Tesla entendió que, si quería que los coches eléctricos fuesen la norma, necesitaba que toda la industria trabajara en conjunto. Esto también puede aplicarse a otros sectores: a veces, abrir puertas a los competidores puede ser la clave para hacer crecer el mercado y, con ello, las oportunidades de negocio.
La imagen de marca también es una estrategia: la apertura de patentes posicionó a Tesla como una empresa comprometida con el medio ambiente y el progreso global, más allá de sus propios beneficios. Esto no solo atrajo consumidores, sino también inversores y socios estratégicos, que vieron en Tesla a un líder con una visión a largo plazo. Para otras empresas, la lección es clara: las decisiones que se perciben como éticas o desinteresadas pueden generar un enorme valor de marca y atraer aliados clave.
Aprovechar la innovación de otros: un aspecto menos obvio, pero igual de importante, es cómo Tesla se aseguraba de poder beneficiarse de las innovaciones que otros desarrollaran basándose en sus patentes. Esto creó un ciclo de mejora continua, en el que Tesla no tenía que cargar sola con todo el peso de la innovación.
La visión a largo plazo siempre gana: quizás la lección más importante de todas sea que las decisiones estratégicas deben tomarse con una visión a largo plazo. En 2014, abrir las patentes pudo parecer un riesgo para Tesla, pero la empresa sabía que, al acelerar el crecimiento del mercado eléctrico y la urgencia que tendrían otras empresas en adoptar la tecnología, su posición como líder se consolidaría. Para cualquier empresa, esto es un recordatorio de que las mejores estrategias no son siempre las que ofrecen beneficios inmediatos, sino aquellas que construyen oportunidades sostenibles de cara al futuro.
Lecciones para PYMEs: inspiración llevada al nivel de la calle
Aunque las pequeñas empresas o incluso las micropymes no tengan los recursos de Tesla ni su capacidad para hacer algo tan ambicioso como abrir patentes, esta historia nos brinda también algunas lecciones valiosas que pueden aplicarse a negocios de cualquier tamaño. La clave está en adaptar las estrategias de Tesla a una escala más manejable.
Por ejemplo, estas son algunas posibles lecciones prácticas que las empresas pequeñas podemos extraer:
- Colaborar en lugar de competir ferozmente: las pequeñas empresas deberíamos aprender de esto al crear alianzas con otras empresas locales o del mismo sector. Por ejemplo, compartir conocimientos, recursos o incluso clientes puede ayudar a crear un mercado más grande y sólido para todos. En lugar de ver a otros negocios como enemigos y pelearse por las migajas, piensa en cómo podéis beneficiaros mutuamente.
- Compartir conocimiento como herramienta de marketing: Tesla ganó mucho en términos de imagen de marca al compartir su tecnología. Las pequeñas empresas pueden aplicar esto también compartiendo sus conocimientos con los posibles clientes y con la comunidad. Crear contenido útil, no solo te posiciona como un experto, sino que también atrae a más personas interesadas en lo que ofreces.
- Aprovechar tendencias del mercado para crecer: Tesla se adelantó al cambio global hacia la sostenibilidad, posicionándose como líder en un mercado emergente. Las pequeñas empresas podemos aplicar esta lección observando las tendencias que están ganando popularidad en nuestro sector o en nuestra comunidad, y adaptándonos a ellas antes que la competencia. No necesitas inventar algo nuevo, solo identificar hacia dónde se dirige el mercado. Por ejemplo, si vemos que los consumidores están cada vez más preocupados por la sostenibilidad, nuestra pequeña tienda puede empezar a ofrecer productos ecológicos, eliminar los plásticos de un solo uso o resaltar que trabaja con proveedores locales.
- Pensar a largo plazo, incluso con recursos limitados: las pymes, aunque limitadas en presupuesto, podemos aplicar esta lección invirtiendo en decisiones que no den resultados inmediatos, pero que construyan un futuro más sólido. Esto puede ser mejorar la calidad del producto, digitalizar procesos o cultivar relaciones duraderas con los clientes, aunque eso signifique sacrificar márgenes a corto plazo.
Conclusiones
Tesla no regaló sus patentes por altruismo, sino porque entendía que compartir podía convertirse en una herramienta poderosa para liderar un mercado. Lo que parecía una pérdida a corto plazo se transformó en una victoria estratégica que no solo benefició a la empresa, sino que también impulsó una revolución en todo el sector.
Esta historia demuestra que colaborar, crear comunidad y pensar en el largo plazo puede ser más efectivo que competir de forma aislada. Ya seas una gran corporación o una pequeña empresa, liderar el cambio y apostar por la innovación compartida puede abrir nuevas oportunidades y consolidar el éxito.
Tesla no solo cambió el mercado, sino que nos dejó una lección clave: a veces, compartir no es perder, sino la mejor forma de crecer.