La UE frente al bloqueo tecnológico de EEUU: ¿es hora de una estrategia propia?
Las anunciadas restricciones de exportación de IA de EEUU agravan la dependencia europea de tecnologías avanzadas clave. Analizo en qué consisten, cómo afectan a la UE y cómo es una oportunidad para avanzar hacia la soberanía tecnológica. Aunque, dependiendo de la voluntad política, el reto es todavía más complicado.
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El 13 de enero de 2025, la administración Biden (en sus últimos estertores) dio un paso decisivo en su estrategia tecnológica global: la Regla de Difusión de IA.
Esta normativa impone controles estrictos a la exportación de tecnologías avanzadas relacionadas con la inteligencia artificial. Desde "chips" de alto rendimiento como los de NVidia, hasta los propios modelos avanzados de "frontera".
Consideran la IA como la cuestión estratégica que es, y las nuevas reglas buscan proteger sus intereses, consolidar su liderazgo tecnológico y prevenir que estas herramientas caigan en manos de actores que puedan representar una amenaza para la seguridad nacional (aunque ya es demasiado tarde, me temo, en el caso de China por ejemplo).
Con esta regulación, EEUU quiere nadar y guardar la ropa buscando un equilibrio difícil: por un lado blindar sus avances tecnológicos más punteros y por otro no contrariar a sus aliados y mantener una cooperación internacional "controlada" con ellos.
Para ello, se ha diseñado un sistema de clasificación por niveles que determina qué países tienen acceso a estas tecnologías y en qué condiciones. Sin embargo, esta decisión no ha estado exenta de controversia, ya que plantea importantes debates sobre el impacto que estas restricciones pueden tener en la innovación global y en las relaciones internacionales.
En este contexto, Europa se enfrenta a un nuevo desafío: depender cada vez más de una potencia que limita el acceso a tecnologías clave o dar un paso adelante de una vez y, además de dedicarse a regular el uso de la tecnología, construir una estrategia propia para liderarla.
¿Qué sabemos de la Regla de Difusión de la IA de EEUU?
Este conjunto de restricciones crea un marco de exportación que redefine el panorama tecnológico global, con reglas como:
- Restricciones a las exportaciones de chips avanzados y de pesos de modelos "frontera".
- Un sistema global de licencias para tecnologías de IA "frontera" que clasifica al resto de países en 3 niveles. Los de la OTAN todavía estamos en el nivel 1, pero con Trump veremos qué pasa en unos meses.
- Condiciones de seguridad exigidas para el almacenamiento de modelos avanzados: seguridad física y electrónica para poder obtener licencias, con auditorías de seguridad obligatorias.
Los 3 niveles de clasificación de los países se basan en su alineación estratégica con EE.UU.
- Los países del Nivel 1, incluidos aliados cercanos como los miembros de la OTAN, Japón y Australia, tendrán acceso acelerado a las tecnologías de IA de EEUU.
- Los países de Nivel 2, que aún no conocemos, se enfrentan a requisitos de importación más estrictos, pero podrán acceder a ciertas tecnologías de IA.
- Los países de Nivel 3, que probablemente incluyan a China y otras naciones "problemáticas" para EEUU, tendrán los controles más restrictivos.
Si bien los miembros de la Unión Europea estamos en el Nivel 1, lo que nos otorga (de momento) acceso acelerado a ciertas tecnologías, de todos modos estarán sujetos a controles significativos y a licencias específicas. Esto podría limitar, a voluntad del presidente de turno, el acceso a tecnologías clave como chips de alto rendimiento y modelos avanzados de IA.
¿Qué implica la Regla de Difusión de IA para Europa?
Para Europa, que históricamente ha dependido de proveedores externos en áreas clave como los semiconductores y la computación avanzada, estas restricciones representan un obstáculo más en nuestra ya complicada situación respecto a las tecnologías digitales de última generación.
Aunque la UE no está tan limitada como otros países en el Nivel 2 o el Nivel 3, la necesidad de cumplir con estrictos requisitos de licencias, auditorías de seguridad y medidas de ciberseguridad podría ralentizar el desarrollo de proyectos de inteligencia artificial en el viejo continente.
Pero el verdadero problema de fondo, más allá de esta nueva legislación, es la enorme descompensación en la balanza tecnológica.
Con esta legislación, Estados Unidos refuerza su dominio estratégico, mientras que Europa se ve relegada como casi siempre a un papel de consumidor, más que de creador, de estas innovaciones.
Si bien los controles de exportación de EE.UU. están pensados en teoría para limitar la propagación de tecnologías avanzadas a actores como China, dejan ver las orejas del lobo respecto a cómo podrían actuar con cualquiera si así lo quisiesen.
Crisis y oportunidad para Europa
¿Puede Europa permitirse el lujo de depender de un aliado que controla el acceso a tecnologías críticas para su futuro?
Estas restricciones podrían ser una oportunidad para que en la UE reflexionemos, una vez más, sobre nuestra posición en el tablero global. Y, sobre todo, esperemos que sea una llamada a la acción.
Europa debe aumentar mucho su inversión en I+D. No solo dando dinero, sino con políticas más beneficiosas que fomenten la investigación y el desarrollo práctico de tecnologías avanzadas y creen el entorno necesario.
Aunque ya existen programas como Horizon Europe, el nivel de inversión sigue siendo insuficiente para competir con Estados Unidos o China.
Los fondos públicos y privados deben dirigirse a proyectos estratégicos capaces de acelerar el desarrollo de tecnologías propias. Esto incluye desde chips de alto rendimiento (aunque en mi opinión, ese barco ya hace tiempo que zarpó), hasta modelos avanzados de IA que no dependan de licencias o infraestructuras extranjeras y en los que todavía hay oportunidad.
La única empresa europea de modelos de lenguaje avanzados que tenemos, Mistral AI, no puede competir con las grandes de EEUU y China, pero es un buen comienzo del que partir.
En segundo lugar, es imprescindible fomentar una colaboración real entre los Estados miembros. Cada país es un pequeño reino de taifas y los esfuerzos están fragmentados, con cada país desarrollando proyectos de forma aislada (como la jaimitada del modelo "frontera" en español de Pedro Sánchez, del que no hemos vuelto a saber).
Otro punto clave, claro está, es el desarrollo de capacidades de producción propias, especialmente en lo que respecta a semiconductores avanzados. Este sector es fundamental mno solo para la IA sino para todas las tecnologías avanzadas. Hoy en día, Europa depende totalmente de proveedores en Asia y Estados Unidos.
Menos mal que en Europa tenemos a ASML en Holanda. Es el único fabricante de máquinas de litografía para chips de 7 nm y 5 nm, de las que dependen a su vez los fabricantes. Pero no es suficiente porque no produce los chips en sí. Además se basa en licencias y patentes de EEUU que podrían tener restricciones también en el futuro.
Tuve una interesante conversación sobre esto con una persona de ASML en este streaming en directo de hace un par de años.
En resumen: estamos en un punto de inflexión. Europa debe decidir si quiere seguir siendo un mero consumidor de tecnología o si quiere liderarla.
Alcanzar la independencia tecnológica requiere sobre todo voluntad política y visión a largo plazo. Que los dioses nos amparen...