Para resolver un problema... sal de copas

José M. Alarcón
José M. Alarcón
Gallego de Vigo, amante de la ciencia, la tecnología, la sociología, la música y la lectura. Ingeniero industrial y empresario. Fundador de Krasis, especialistas en e-learning. Autor de varios libros y cientos de artículos.
Para resolver un problema... sal de copas

O vete a dormir, o al cine, o date un baño relajante....

No, no estoy afirmando que al hacer caso omiso de los problemas éstos se vayan a desvanecer por arte de magia. Lo importante de esta afirmación es distender tu mente de alguna manera, para evitar así que los árboles te impidan ver el bosque.

relax

A mi, las mejores ideas se me suelen ocurrir en la ducha, en una cena con amigos, o las sueño por la noche. No es que esté pensando en ellas de manera consciente, pero mi mente trabaja en segundo plano -sin yo siquiera advertirlo- en una especie de procesamiento inconsciente.

La idea feliz de Kekulé

Es muy famosa la historia del químico alemán del siglo XIX August Kekulé, célebre por su idea sobre las estructuras moleculares orgánicas cíclicas.

En 1865 ya se conocía la fórmula química del Benceno (C6H6) pero ésta no cuadraba en forma alguna con el esquema habitual de las cadenas de carbono. Básicamente faltaban dos átomos de hidrógeno para que la molécula pudiera existir. Kekulé trabajó incansablemente en el problema durante meses, sin lograr resultados.

Se cuenta que en cierta ocasión, rendido de cansancio, Kekulé se quedó dormido junto a la chimenea. Durante la cabezada soñó agitadamente con una serpiente que se mordía la cola. Al despertarse lo vio todo claro: ¡el Benceno no era una cadena lineal, sino un anillo!. Los dos átomos de hidrógeno ya no eran necesarios pues se suplían en el cierre del anillo. Los caminos de la creatividad son insondables...

Esta idea le valió grandes reconocimientos y el ser recordado hasta nuestros días.

Posteriormente se demostró que la realidad era algo más compleja, puesto que las moléculas de benceno son moléculas resonantes o mesómeros, pero en cualquier caso su representación abrió un mundo de posibilidades en el mundo de la química inorgánica.

Foco e implicación

Me he acordado de esta famosa historia porque, precisamente hoy, he tenido una de esas ideas felices al levantarme. Se trataba de un problema bastante grave que hemos tenido últimamente en la empresa con un proveedor (una gran multinacional, que generalmente son los que peor trabajan...). Este proveedor no era capaz de solucionar en modo alguno el problema, por lo que mi atención llevaba unos días centrada completamente en este asunto, para ver de qué modo podíamos acelerar por nuestra parte el proceso de resolución, aunque fuera dándoles algunas pistas con las que avanzar.

La idea feliz estuvo rondando por mi cabeza toda la noche, durante un sueño inquieto que no me dejó descansar bien y del que no era totalmente consciente. Y al abrir los ojos la vi muy clara, como si siempre hubiera estado allí. Y tuve que ir a probarla inmediatamente, antes de nada. ¡Y funcionó!

Este tipo de "ideas felices" son flashes de creatividad que sobrevienen en el momento más insospechado. En el fondo se trata de tener el foco puesto en algo de manera muy intensa, y ofrecer una gran implicación.

El consejo que doy de distenderse dejando de lado el problema, en mi opinión, sólo funciona si se da esta premisa fundamental: que realmente estés tan implicado o que pongas tanto foco en el asunto que tengas que obligarte a hacer otra cosa para dejar de lado el problema. Es la única forma de que tu inconsciente trabaje por ti.

Obviamente esto no es una receta mágica. Por el mero hecho de distenderse no se te van a ocurrir la idea salvadora siempre. Pero después de un largo esfuerzo sostenido infructuoso poniendo todo el foco en el problema, olvidarlo y hacer algo completamente diferente es la mejor opción en cualquier caso. Aunque no se genere la idea maravillosa que buscamos, al menos te habrás relajado un poco y estarás en condiciones de abordar con otra actitud el problema más tarde. De todos modos, después de un cierto punto, no habría servido de nada quedarse pensando más tiempo.

En resumen: verdadero foco e implicación, como si te fuera mucho dinero en ello. Si no se dan estas condiciones entonces lo único que harás será diferir el problema, pero sin resultados. Así que no vale simplemente pedirle al jefe que se lea este artículo y te deje ir "a pensar" mientras haces otra cosa 😉

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