Exportar materia gris (sin fuga de cerebros): ¿Ciencia ficción?

José M. Alarcón
José M. Alarcón
Gallego de Vigo, amante de la ciencia, la tecnología, la sociología, la música y la lectura. Ingeniero industrial y empresario. Fundador de Krasis, especialistas en e-learning. Autor de varios libros y cientos de artículos.
Exportar materia gris (sin fuga de cerebros): ¿Ciencia ficción?

Una de las empresas tecnológicas que más me llaman la atención es ARM Holdings.

Si tienes un mínimo interés por el mundo tecnológico o por los "gadgets" seguro que te suena, puesto que sus procesadores son el corazón de más del 90% de los dispositivos móviles del mundo, pero también de todo tipo de aparatos electrónicos: routers, televisiones, cámaras...

Para hacernos una idea de la escala de la que estamos hablando, sólo en el año 2009 se fabricaron más de 3.900 millones de chips ARM en el mundo, algo menos incluso de lo que se fabricó en 2008 (por la crisis). Son cifras absolutamente impresionantes.

Su preponderancia se fundamenta en el mercado de movilidad: teléfonos móviles (para los que tienen CPUs, chips WiFi, chips 3G...), netBooks, discos duros (tienen el 65% del mercado de chips para estos aparatos)... Hasta el iPad lleva dentro una CPU de ARM.

Sus chips RISC son súper-eficientes en el consumo de energía, y los convierten en idóneos para este tipo de aplicaciones.

ARM generó en 2009 más de 500 millones de dólares de ingresos.

De acuerdo, pero ¿por qué ARM debería interesarme?

Lo interesante de ARM es que no fabrica ni un solo chip. Vende propiedad intelectual. Y además es una empresa radicada en Europa, concretamente en Cambridge, Reino Unido.

¿A que te he empezado a interesar más? 😉

Los orígenes de esta empresa están en la mítica Acorn Computers, ya desaparecida. Era una empresa inglesa que diseñaba chips RISC y que tuvo un gran éxito en los '80 fabricando y vendiendo los BBC Computers, para los programas educativos de la cadena de televisión estatal en Inglaterra. Pero a finales de los '80, con un mercado doméstico pequeño, dificultades de inversión y la competencia brutal de los grandes fabricantes estadounidenses su futuro no era muy prometedor.

Sin embargo eran muy buenos en algo: el diseño de chips siguiendo la filosofía RISC (Reduced Instruction Set Computer). Al contrario que Intel y los grandes fabricantes que seguían la filosofía CISC, sus chips eran menos potentes pero más eficientes y orientados al paralelismo.

Cualquier empresa de estas latitudes con esta capacidad de diseño se hubiera volcado en intentar conseguir dinero público y ponerse a fabricar chips como locos. Pero en ARM sabían que la única forma de ser competitivos en la fabricación de microprocesadores es invertir miles de millones en fabricar plantas especializadas, con el riesgo y el retorno complicado que ello tiene.  Así que fueron mucho más inteligentes: vamos a hacer los mejores microprocesadores y vamos a venderle la propiedad intelectual a otros para que los fabriquen.

Así que se aliaron con su fabricante de aquel momento, VLSI Technology (americanos) y aceptaron también a Apple (¡sí!) en su accionariado (ya que estaban muy interesados pues usaban chips ARM en algunos de sus ordenadores), y montaron **Advanced RISC Machines Ltd **en 1990.

Como curiosidad, en 1998 cuando salieron a bolsa le cambiaron el nombre a ARM porque la palabra RISC (que suena como riesgo en inglés) podría disuadir a los inversores.

El resto es historia (larga y muy interesante). En la actualidad hay una docena de empresas que fabrican los chips ARM y más de 662 que los licencian, y todo hace presagiar que no pararán de crecer.

La moraleja

Lo que me encanta de este caso y que creo que nos puede inspirar a todos es que sí es posible competir a escala global usando la innovación y el intelecto. Donde hay escasez de recursos económicos, la inversión en innovación y desarrollo de verdad prueba ser la única vía de competir y crear un futuro mejor.

Y con I+D "de verdad" no me refiero a la que se suele hacer a costa de los presupuestos del estado, que en muchos casos no conduce a nada y más que "i más de" parece ser el acrónimo de "¿y qué más da?" 😉

El Estado debe promover la innovación no tanto "largando" dinero sin más (que es lo que parece que hay voluntad de hacer) sino **invirtiendo en educación de alto nivel **(de lo cual tiene mucha culpa el modo en que están financiadas las Universidades), en promocionar el espíritu emprendedor para que la gente con potencial no se marche, y en potenciar la generación de acuerdos internacionales...

Empresas como ARM demuestran que es posible, pero hay muchos casos más salpicando todo el mapa-mundi.

Y tú ¿tienes alguna buena idea?

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