Comportarse como un grillo
Aunque casi nadie piensa nunca en ellos, lo cierto es que los grillos son unos insectos fascinantes. Existen más de 900 especies grillando por las noches en casi todos los rincones del mundo. Solamente los machos son capaces de cantar. Como tienen unas fuertes patas traseras y un cuerpo parecido, se confunden con los saltamontes con frecuencia, pero no son lo mismo. Suelen vivir entre 2 y 8 meses.
Como buenos insectos, son animales de sangre fría y por lo tanto se ven muy influidos por la temperatura. Por ello, escuchándolos cantar es posible determinar la temperatura que hace en el exterior. Fue el físico Amos Dolbear quien descubrió que si cuentas el número de "cri-cri" que emite un grillo durante 8 segundos y le sumas 5 obtienes la temperatura ambiente en grados Celsius. Este cálculo es bastante preciso si la temperatura se encuentra entre los 5 y los 30 grados.
Y estas son sólo algunas curiosidades. ¿Son o no fascinantes?
Peleas de grillos
Los grillos son insectos territoriales muy agresivos contra otros ejemplares de su misma especie, y con mucha frecuencia se enzarzan en peleas. En algunos países como China hay competiciones en las que los insectos combaten y se apuestan fuertes sumas de dinero.
Lo interesante de las peleas de grillos es que muchas están decididas incluso antes de celebrarse. Ahora me explico...
Durante los años sesenta el etólogo de la Universidad de Michigan, Richard D. Alexander, especializado en grillos, saltamontes y cigarras, analizó su comportamiento en la lucha publicando sus resultados en el artículo "Aggressiveness, Territoriality and Sexual Behavior in Field Crickets" de la extinta revista Behavior.
Para demostrar su comportamiento en la lucha, en uno de los experimentos el Dr. Alexander construyó un grillo falso con el que peleó contra grillos reales, ganándoles en todas las peleas. Posteriormente los grillos a los que derrotaba solían perder en todas las luchas contra otros congéneres. Más bien, en realidad, se retiraban sin posibilidades de ganar.
Los grillos tienen una memoria general de lo que les ha ocurrido en sus anteriores combates y actúan en consecuencia. Así, los que han ganado unas cuantas luchas seguidas se vuelven más agresivos, comportándose de manera más dócil en caso contrario. Si juntamos en el mismo hábitat a un grupo cerrado de este tipo de animales con memoria general, acaba por formarse una jerarquía de dominancia, con rangos de poder entre los individuos, hasta que las peleas prácticamente cesan. Lo interesante de este comportamiento es que no se decide en relación al poder que ostentan los demás (no se distinguen los unos de los otros), sino que ¡se basa enteramente en la "opinión" que cada uno tiene de si mismo!.
Los grillos que suelen perder las peleas (incluso los que empiezan perdiéndolas por azar) sistemáticamente se inhiben al luchar con otros, y pasa lo contrario con los que han comenzando con victorias. Los ejemplares dominantes no son los más fuertes necesariamente, sino los que han tenido la suerte de ganar más peleas inicialmente y por lo tanto tienen "actitud de ganador".
Es decir, los grillos simplemente "pierden la moral" y dejan de luchar: ¿para qué esforzarse si su experiencia les dice que no suelen ganar?.
¿Te suena de algo ese comportamiento?
Muchos humanos se comportan de manera parecida a los grillos. Si encadenan un par de fracasos, aunque sean por cuestiones fuera de su control, se desmoralizan y ya no lo intentan. Y la actitud constituye un porcentaje muy alto de las posibilidades de éxito. Desde luego no es suficiente sólo con actitud. También hace falta aptitud, esfuerzo y, como no, un poco de suerte. Pero sin la adecuada actitud y estado mental, conseguir cualquier reto es casi imposible.
Sea lo que sea que nos propongamos, debemos acordarnos de los grillos y tratar de no actuar como ellos. Si damos algo por imposible antes de empezar o si no ponemos todo nuestro empeño el fracaso está casi asegurado. Y si lo intentamos y fracasamos, la actitud correcta debe ser aprender de ese fracaso, nunca hundirse y no volver a intentarlo. Como ya he comentado antes en este blog el fracaso también es importante, y se aprende más de un fracaso que de muchos éxitos.
Apuesto a que ya no volverás a oír un grillo de la misma manera 😉