Tengo dos noticias, una buena y otra mala…
Estos días no puedo más que acordarme de un chiste infantil muy conocido:
- Cómitre: A ver galeotes, tengo dos noticias, una buena y otra mala. ¿Cuál queréis que os diga primero?
- Galeotes: ¡La buena, la buenaaaa!
- C: La buena es que hoy, por fin, os cambiaréis todos de calzoncillos.
- G: ¡Bieeen!, ¿y cuál es la mala?
- C: Tú con este, tú con este otro….
Lo sé, es muy malo, pero creo que viene a cuento en la situación actual, con las elecciones autonómicas muy próximas.
Y es que todos los partidos se postulan como la verdadera esperanza de cambio positivo, pero en realidad lo único que conseguimos es mover la suciedad de sitio. No se producen verdaderos cambios porque el sistema que los sustenta está podrido hace mucho tiempo, como las galeras. Y los galeotes (o sea nosotros, los ciudadanos) aunque haya cambios seguimos sin tener ninguna mejora real. Es un simple espejismo de poder decidir algo.
Esto ha ocurrido siempre, pero en la situación actual -en la que manda más la deuda que las instituciones- el efecto es todavía más acusado. ¿O acaso alguien sin intereses partidistas se piensa que unos u otros iban a actuar de modo diferente?
Los mensajes simplistas
Algo que me molesta especialmente de toda la retórica política en la que estamos sumergidos es la proliferación de los mensajes simplistas, huecos de significado y vacíos de contenido real. Basta darse un paseo por la calle estos días (En Galicia, País Vasco o Cataluña, donde va a haber elecciones pronto) para verlos por doquier. Todos sabemos a qué me refiero.
Una cosa son los eslóganes políticos que deben ser **necesariamente simples y directos **como todo mensaje de marketing, y otra son las peroratas con los que nos bombardean desde la televisión, en lo mítines, los debates televisados, las páginas web y las redes sociales de las que todos se acaban de acordar…
Estos mensajes simplistas fundamentalmente buscan dos objetivos:
- Aprovecharse de la necesidad de identificación social inherente al ser humano. O sea, buscar el “nosotros contra ellos” de toda la vida.
- Sacar partido de la dificultad para realizar análisis objetivos que tiene la mayoría de la población, ofreciendo historias simplistas y emotivas en lugar de hechos constatables.
La tendencia natural de las personas a pertenecer a un grupo, de hacer identificación social, tiene un efecto de disonancia cognitiva de manera que se **tiende a exagerar dos cuestiones opuestas **que se refuerzan: las diferencias entre los grupos y las similitudes entre los miembros de cada grupo. Así surgen identidades de grupo artificiales que no soportan el mínimo análisis riguroso -como es lógico, dada la complejidad humana- pero que vienen muy bien para simplificar y mover a las masas. De ahí la eterna retórica de la derecha contra la izquierda (carente de sentido hoy en día), los de mi región contra el resto del país (y viceversa, ojo, que también pasa), los trabajadores “normales” contra los funcionarios… y demás intentos políticos de crear antagonismos que les favorezcan.
La otra cuestión se refiere al uso de historias sensibleras en lugar de datos objetivos para apelar a la comprensión de los votantes. ¿Quién no se acuerda de la famosa niña de Rajoy** **en el debate con Zapatero?. Ese es quizá el ejemplo más sangrante, pero todos los días vemos y oímos retóricas sensibleras con los que nadie puede estar en desacuerdo pero que, o contradicen sus propias acciones y mensajes de hace tan solo unos pocos meses, o que están vacíos de contenido y que no proponen ni un solo curso de acción para cambiar nada. No comprendo como puede haber gente que deja a estos falsos darle un beso a sus niños en la entrada de los mítines. Se me revuelven las tripas.
Quizá el ejemplo más extraordinario que he visto últimamente de uso simultáneo de ambas estrategias lo tenemos condensado en la carta que un candidato a la presidencia de la Xunta (no diré nombres) ha enviado a los hogares de todos los gallegos en estas elecciones, y que reflejo a continuación en la foto. No tiene desperdicio:
Y ahí terminaba la carta. ¡Qué bonito! Aún se me cae la lagrimilla. 😉
Lo tiene todo: nosotros contra ellos y mensajes sensibleros huecos de contenido. ¿Quién puede estar en contra de un mensaje así? Ahora bien: propuestas concretas: ¡Ni una sola!
Esta es la forma de convencer para atraer el voto. Es un caso algo exagerado, es verdad, pero es que los demás partidos no le van muy a la zaga.
Queridos conciudadanos: preparaos para cambiar de calzones…