Hacia una nueva infancia digital...
Hace unos meses Facebook realizó la compra tecnológica más importante de su corta historia, y una de las más importantes de todos los tiempos en el sector TIC (superada sólo por la compra de Compaq por parte de HP en 2001).
Muchas personas se echaron las manos a la cabeza: ¿19.000 millones de dólares por una empresa que, aunque tiene 400 MM de usuarios, tiene unos ingresos bastante bajos y un montón de problemas continuados de seguridad y estabilidad?.
Los usuarios de WhatsApp deben pagar un dólar al año por mantener el servicio, aunque muchos se niegan a hacerlo y consiguen prórrogas fácilmente. Además la empresa no quiere introducir publicidad en el servicio, por lo que esa vía de ingresos (que es la principal de Facebook), está en principio cerrada. Habiendo pagado unos 40 dólares por usuario en promedio, la rentabilidad financiera de la inversión desde luego parece imposible.
Lo mismo ocurrió unos meses antes cuando adquirieron Instagram, una empresa de 7 personas, con un año de vida y sin un solo dólar de ingresos, por 1.000 MM de dólares.
En mi opinión estas operaciones por parte de Facebook no fueron financieras ni especulativas, y no hay que juzgarlas bajo esa óptica.
Se puede discutir si compraron caro o barato, pero lo que es indudable es que se trató de una cuestión estratégica a largo plazo, incluso de supervivencia. Y en eso Mark Zuckerberg y su equipo asesor tuvieron mucho olfato.
El nuevo amanecer de las TIC
La siguiente gráfica, obtenida de TechCrunch, muestra la velocidad de crecimiento en número de usuarios de varios servicios populares de Internet en sus cuatro primeros años de vida, y es muy reveladora:
WhatsApp fue capaz de crecer 3 veces más rápido que el anterior record, ostentado por la empresa que la ha comprado. Las cifras son impresionantes, pero ¿a qué es debido este crecimiento espectacular?.
Cualquiera que tenga un familiar de 60 o 70 años (¡o más!) sabe la respuesta: estamos en el amanecer de una nueva era de la computación personal, impulsada por la adopción de los smartphones y las tabletas.
Muchas personas que eran "analfabetas digitales" y que no tenían contacto con la tecnología se han introducido en las TIC de manera natural a través de los móviles táctiles. Y muchas otras que no veían la necesidad de tener un ordenador personal se han comprado una tableta para consumir información: navegar por Internet, ver vídeo bajo demanda, usar las redes sociales y comunicarse.
El caso de la gente mayor me parece paradigmático: a pesar de que les cueste un poco al principio, enseguida se hacen con los móviles y se incorporan como ciudadanos de hecho y derecho en el país de las tecnologías de la información. Pero no es el único colectivo que lo hace.
De hecho casi todo el mundo, sin distinguir nivel de estudios o capa social, se está incorporando paulatinamente de esta manera. Gran cantidad de personas, aunque utilizan ordenadores por motivos laborales, realmente se incorporan de facto a las TIC de la misma manera (lo otro no es más que una herramienta, como un martillo). Y lo que es más y puede resultar chocante leerlo: los llamados "nativos digitales", quizá sean más ágiles usando esa tecnología, pero en la mayor parte de los casos hacen el mismo uso básico de la misma y siguen las mismas pautas.
Esto ha hecho que el número de usuarios de las TIC haya crecido de manera espectacular en los últimos 3 o 4 años. Y la mayoría de estos usuarios utilizan aplicaciones sencillas para comunicarse, estar en contacto con gente y para el ocio.
Una reflexión "triste": en la actualidad cualquiera tiene en sus manos más poder de computación que los ordenadores de la NASA hace un par de décadas, pero, irónicamente, se utiliza en su mayoría para enviarse chorradas por mensajería, jugar y cotillear en las redes sociales.
Estos nuevos usuarios tienen un modo completamente diferente de acceder a los servicios digitales.
La primera diferencia es que utilizan dispositivos móviles, como ya he mencionado. Esto hace que el paradigma cambie muchísimo y que no sirvan las mismas reglas que en un ordenador personal. En esta era post-PC se necesitan aplicaciones individuales especializadas,que en lugar de hacer muchas cosas hagan una sola y lo hagan bien. Es por esto, por ejemplo, que Facebook ha desacoplado por completo su aplicación de mensajería del resto de la red social. Y es también por esto por lo que la gente se volcó usando Instagram y apenas nadie subía fotografías a Facebook desde el móvil.
La segunda diferencia es que muchos de estos usuarios están como estábamos nosotros en la segunda mitad de los años '90. Piénsalo: ¿te acuerdas de cómo todo el mundo usaba entonces el correo electrónico para enviarse tonterías constantemente (hasta llegar a ser agobiante)? ¿De cómo las aplicaciones que había para los usuarios normales (no profesionales) eran muy sencillas y normalmente servían para una sola cosa? Ahora piensa en los nuevos usuarios de smartphone y verás que el comportamiento es exactamente el mismo. Están en plena infancia digital. Yo al menos es lo que observo por todas partes.
A pesar de considerarse de la Web 2.0 -concepto ya muy superado- Facebook es una aplicación muy compleja para la mayoría de los iletrados digitales, y más para usar desde un móvil. Ahí tiene todas las de perder, por lo que estas nuevas herramientas, mucho más sencillas, le llevan la delantera.
Pero hay todavía más...
Nodos y bordes del grafo social
¿Recuerdas la última fiesta de cumpleaños o evento de amigos a la que te han invitado? Con gran probabilidad se convocó y se coordinó a través de WhatsApp ¿me equivoco?.
Aunque no todo el mundo está en Facebook, apuesto a que casi todos los que conoces están en WhatsApp. Ha llegado un punto en el que se da por hecho que debes estar en el servicio. En caso contrario te conviertes en el amigo "caro" al que hay que llamar o (Dios no lo quiera) enviar un SMS 😉 Es una realidad ineludible, al menos en las zonas urbanas que yo conozco, pero creo que es generalizado. Yo mismo utilizo más Telegram con la gente más cercana, pero "debo" estar en WhatsApp me guste o no para estar en contacto con mucha otra gente.
WhatsApp se ha convertido en un genérico, como la palabra "Kleenex" para los pañuelos de papel o "Donuts" para las rosquillas glaseadas. ¿Cuánto vale algo así?
Además, junto con los usuarios que se dan de alta se consigue algo que algunos no se paran a pensar: el acceso no restringido a la agenda completa de teléfonos de cada uno de sus usuarios. Estén los contactos de tu agenda enterados o no y utilicen o no el servicio. Habría que ver cómo se lleva esto con la Ley de Protección de datos, pero es una realidad. Y esto ¿cuánto vale?.
Pero es que aún hay más y tiene que ver con el comportamiento de estos nuevos "infantes digitales": el movimiento de las conversaciones entre los nodos del grafo social a los bordes de éste.
Existe una diapositiva muy reveladora de Mary Meeker en su último informe del estado de Internet 2014, que lo ilustra muy gráficamente (diapo #37):
Las redes sociales como Facebook o Twitter, como es obvio, son esencialmente herramientas de comunicación. Se crearon para diseminar masivamente mensajes aprovechando la difusión exponencial que proporcionan las relaciones entre sus nodos/usuarios, es decir, el grafo social.
Sin embargo, las comunicaciones entre usuarios se están moviendo a los bordes del grafo, es decir, se están generando entre grupos reducidos y más relacionados, y además de una manera más directa y controlada. Como alguno ha dicho, es una especie de regreso al futuro: pesa más tu agenda telefónica que tu grafo social. Justo lo contrario al propósito principal de Facebook y similares. Su mundo se está viendo patas arriba. Y esas decenas de miles de millones de mensajes diarios (no exagero) proporcionan una información brutal sobre los usuarios, y tienen un valor incalculable.
Ante esta tesitura poder dominar esta nueva forma de comunicarse y este nuevo entorno es una cuestión de supervivencia.
Al menos se han dado cuenta mucho antes que las operadoras de telefonía, que estuvieron presenciando este fenómenos como vacas viendo pasar el tren hasta que decidieron actuar (de la manera más torpe posible).
Si tenemos en cuenta todos los factores que he expuesto aquí, y el potencial de crecimiento y de ubicuidad que todavía tienen estas nuevas aplicaciones, a lo mejor el precio pagado por Facebook no es tan elevado... ¿o sí?
En cualquier caso, lo importante es que estamos viviendo una nueva infancia digital, a la que muchos inmigrantes digitales se están incorporando. Estos nuevos usuarios están destinados a ser la mayoría, superando con creces en número a los que ya existían. Su forma de acceder a la Red y a sus servicios y el hardware que utilizan condicionarán el sector en los años venideros.
Al igual que Facebook, si te dedicas a proporcionar servicios digitales es algo que deberías tener muy en cuenta.