El empresario accidental

José M. Alarcón
José M. Alarcón
Gallego de Vigo, amante de la ciencia, la tecnología, la sociología, la música y la lectura. Ingeniero industrial y empresario. Fundador de Krasis, especialistas en e-learning. Autor de varios libros y cientos de artículos.
El empresario accidental

Este mes Krasis, la empresa que fundé, ha cumplido 15 años. Han sido 3 lustros de muchísimo trabajo, probablemente mal enfocado a veces, que nos han traído hasta donde estamos ahora: ser una pequeña empresa de nicho, pero que es estable, reconocida, rentable y sobre todo (¡y por fin!) un sitio agradable donde trabajar (o eso creo y espero). Además, nunca hemos tenido subvenciones, no hemos robado o defraudado, ni hemos explotado a los trabajadores. Puede parecer ingenuo, para mi todo eso es muy importante.

Nunca pensé que llegaría tan lejos en el tiempo, pero para ser sincero, jamás pensé en el futuro a largo plazo cuando la creé. Simplemente no tenía aquella visión entonces. Cuando uno es muy joven no medita demasiado en qué será de él 20 años más tarde. Como mucho imaginas qué puede pasar a un par de años vista. Tenía 27 años por aquel entonces, y llevaba unos pocos años trabajando como freelance. Sólo había probado el trabajo por cuenta ajena durante un breve periodo de 4 meses, que fue suficiente para saber que aquello no era lo mío. A mi me gustaba volar solo, no tanto por hacer lo que me de la gana (que también), sino sobre todo por poder hacer las cosas a mi manera, que no es lo mismo. Creo que la mayor parte de los empresarios y autónomos que conozco tienen la misma sensación, y en muchos casos es la principal motivación para decidirse.

Aunque reconozco el valor de la planificación, los planes de negocio y de marketing, etc... y de hecho los recomiendo a todo el que quiera lanzarse al maravilloso mundo de la empresa, lo cierto es que en mi caso fue más una cuestión de pura inconsciencia que cualquier otra cosa.

Sí, siempre he sido emprendedor en el sentido de buscarme yo mismo la forma de ganarme la vida, incluso aunque no lo necesitase, y desde luego no soy de los que querían ser funcionario. Por ejemplo, desde que empecé la carrera dedicaba los veranos a dar clases de matemáticas a los estudiantes de empresariales (llegué a tener un pequeño "monopolio" sobre esta temática en el pueblo en el que aún veraneo), con lo que sacaba un dinerillo que me duraba todo el invierno para mis pequeños gastos. Cosas de esas. Y luego nunca he tenido demasiado miedo a lanzarme a perseguir ideas que iba teniendo. De hecho Krasis ha cambiado de rumbo varias veces en estos años. Pero no pretendo venderle la moto del emprendedor a nadie, al menos en el sentido moderno y especializado que ahora se tiene. Insisto: fue simple inconsciencia y arrojo descerebrado. Tengo más alma de autónomo que de empresario.

En mi opinión, empezar una empresa siendo tan joven y con tan poca experiencia laboral es un error, aunque a mi me haya salido bien. Por supuesto que conozco casos de gente joven a la que le ha ido muy bien, pero no es lo habitual.

Existen múltiples motivos por los que es mejor crear tu empresa con más edad y con mayor experiencia, y que son cosas que yo tuve que aprender con los años a base de darme de bruces con la realidad:

  • Saber de la vida: el hecho de trabajar en otras empresas, sobre todo si son medianas o grandes, creo que enseña mucho sobre la condición humana y cómo desenvolverte en ese entorno, qué tipos de personaje hay en la empresa. cómo se gestan algunos negocios y, en general, que muchas veces lo que menos importa es lo que debería importar realmente. Esto ayuda a gestionar mejor.
  • Conocimiento del sector: especialmente los negocios basados en capital intelectual (informática, consultoría...), donde las barreras de entrada son bajas, tienden a atraer a personas que en lugar de buscar soluciones a problemas, crean productos o servicios sin pensar muchas veces en qué necesidades cubren o si realmente el foco es el apropiado. Haber trabajado unos años en un sector hace que conozcas bien cómo se mueve éste, cuáles son sus problemas y sus necesidades, y es más fácil encontrar un hueco para tu empresa. Lo otro es buena voluntad y muchos palos de ciego.
  • Ideas de modelos de negocio y marketing: ver desde dentro cómo tus anteriores empresas acometían la difícil tarea de vender debe de ser muy enriquecedor si eres una persona con sensibilidad para estos temas (y deberías serlo si vas a crear tu propia empresa). Si careces de esta oportunidad como máximo podrás ver desde fuera lo que hace tu competencia, pero te perderás los procesos y planteamientos internos y las cosas que no funcionan, que son incluso más importantes.
  • Contactos: por mucho que nos fastidie, una gran parte de la viabilidad de un negocio reside en la red de contactos que tengamos y nuestra reputación. No solo para darnos a conocer o conseguir los primeros clientes, sino por muchas otras cosas: encontrar socios, que te abran puertas e incluso conseguir inversores si los necesitamos. Alguien con años de experiencia laboral que haya hecho las cosas bien dispone de una buena agenda y le cogen el teléfono en algunos sitios.

En cualquier caso, no me puedo quejar lo más mínimo. Por el camino he tenido mucha suerte, pero también ha habido mucho trabajo y grandes dosis de aprendizaje de todo lo anterior que me han costado desvelos, disgustos y esfuerzo extra y me podría haber ahorrado.

De hecho estoy casi más agradecido a los que nos han puesto zancadillas (¡e incluso saboteado! que de todo ha habido) que a los que nos han ayudado. No pretendo ser descortés hacia estos últimos, ni mucho menos, y se lo agradezco enormemente, pero he aprendido más de lo malo que de lo bueno, como casi siempre. Eso sí, a los primeros, por mucho que haya aprendido de vuestra mala actitud: ojalá ardáis en el infierno, al menos un poquito 😉

En el drama cinematográfico de 1988 "El Turista Accidental" el personaje de William Hurt es un hombre gris que se dedica a escribir guías de viaje para hombres de negocios que odian viajar, pero que por motivos laborales no les queda otro remedio. Para esos turistas accidentales, Hurt pasa su vida visitando ciudades, recomendando lugares para que la gente se sienta como en casa. Yo soy un poco como sus lectores: un turista accidental en el mundo de la empresa, que visita ciertos sitios porque no le queda más remedio, aunque haya aprendido finalmente a disfrutar del viaje.

Muchas gracias a todos los que han estado conmigo todo este tiempo, animándome, apoyándome, enseñándome, trabajando conmigo, siendo fieles, soportándome y ayudándome a llevar mejor eso de ser empresario accidental...

Sígueme: