Caminar sobre ascuas
El rito de caminar sobre carbón incandescente es utilizado desde hace más de 3.000 años por culturas de todo el globo como una ceremonia de iniciación, demostración de valor o prueba de fe. En el mundo moderno se emplea también como parte de terapias de auto-ayuda, en ejercicios para mejorar la confianza en uno mismo, romper barreras mentales y ganar seguridad.
Se calienta carbón en una hoguera. Cuando el carbón está al rojo vivo -generalmente entre 600 y 900 grados centígrados de temperatura- se crea un **lecho ardiente **formando una capa muy compacta. La persona camina rápidamente sobre él para recorrer el pasillo que se ha formado y llegar al otro extremo. Hay mucha gente mirando pero muy pocos que caminen. Y éstos, los héroes, son animados y jaleados por su valentía.
Foto de Charity Firewalk
Parece una hazaña al alcance de pocos. Hay personas que alardean de su poder mental para lograrlo, e incluso se ganan la vida con estos "poderes milagrosos" (y si no te lo crees mira el vídeo que pongo más abajo). Aunque no nos creamos la explicación sobrenatural, sin duda podremos pensar que se trata de gente muy preparada y que entrena para ello, o bien individuos con una capacidad extraordinaria para soportar el dolor. ¿No?
No.
Cualquiera puede caminar sobre ascuas
Lo cierto es que, como todo, tiene una explicación racional y científica.
Cuando dos cuerpos de diferente temperatura entran en contacto se transmite calor entre ellos (uno se calienta: tus pies, y el otro se enfría: el carbón). La transferencia de calor depende de las temperaturas de ambos cuerpos, así como de las propiedades físicas de los mismos: conductividad térmica, calor específico y densidad (ya que la difusividad térmica depende de estos tres parámetros).
La difusividad térmica del carbón es muy baja: 0,139 x 10-6 m2/s (frente a los 94,53 x 10-6 m2/s del aluminio, por ejemplo). Es decir, es casi 700 veces peor transmisor del calor que el aluminio. Esto significa que el calor se transmite de manera muy lenta entre el carbón incandescente y los pies del que camina sobre él, que también tienen una baja difusividad. Por ello si pasamos rápido por encima se calcula que es posible recorrer hasta 4 metros y medio sobre las ascuas sin quemarnos. Y normalmente son mucho más cortas que eso.
Es el mismo razonamiento por el que se explica que cuando sacamos un bizcocho del horno a 250º podemos tocar sin problemas la tarta con los dedos, pero si agarramos el molde metálico con las manos nos produciremos quemaduras de segundo grado. Son diferencias de difusividad térmica.
Todo esto lo explicó muy bien el famoso científico David Willey en el capítulo "Self-help" del programa "Bullshit!" de la cadena estadounidense Showtime en marzo de 2003. Lo puedes ver completo en este vídeo de YouTube (no te lo pierdas, es sensacional):
Todos conocemos a caminantes sobre fuego
A la mayoría de la gente le gusta creer en los súper-hombres. Esas personas de las que se habla con admiración porque son triunfadores que consiguen un enorme éxito sin realizar, en apariencia, casi esfuerzo alguno. Personas que gracias a sus grandes aptitudes e inspiración triunfan en el arte, los deportes o los negocios, y amasan fama y fortuna. Empresas que crecen mucho en poco tiempo, reciben premios y reconocimientos y son el espejo en el que mirarse.
Pero en realidad todo tiene truco.
Cuando alguien me habla de casos -propios o ajenos- de éxito fuera de lo común y sin esfuerzo, nunca me los creo. Desde mi punto de vista sólo existen dos explicaciones para estos "milagros":
Están caminando sobre ascuas, es decir, hay una información que se nos oculta y en la que reside el secreto de ese éxito. Conociéndola y teniendo las mismas circunstancias, cualquiera podría hacer lo mismo.
El "truco" es trabajo duro y talento bien enfocado durante mucho tiempo, lo que pasa es que eso no lo vemos.
Los que caminan sobre fuego son los que aprovechan el nepotismo imbuido hasta la médula en nuestra sociedad, o abusan del sistema, o engañan, o defraudan, o tienen algún tipo de truco que se nos oculta. Por desgracia existen muchos casos de estos.
Por otro lado está el actor que vive mucho tiempo en tugurios, limpia mesas y hace papeles insignificantes hasta que consigue un éxito "repentino" y todo parece muy fácil. El empresario que durante años trabaja 14 horas diarias (incluyendo fines de semana), perdiendo dinero, dejando de lado a la familia y los amigos, y luego consigue hacer fortuna "de la noche a la mañana". El pintor que recorre las galerías incansablemente sin que nadie le haga caso, soporta la cruel indiferencia del elitista mundo artístico, hasta que de repente un día resulta que es "un genio" y lo adoran. El deportista que sacrifica su infancia entrenando y acaba ganando Wimbledon...
Como ellos hay un número mucho mayor que se queda por el camino, pero sólo se habla de los pocos que lo consiguen.
Hace poco oí decir a un conocido directivo la frase "Sólo Dios y yo sabemos lo que he tenido que trabajar para tener la suerte que tengo". Y es verdad. No niego que la suerte pueda influir, ya que a veces hay que estar en el lugar adecuado en el momento apropiado, pero **la mayor parte de las veces **lo que hay detrás de estos casos de éxito fuera de lo común es muchísimo trabajo, un enorme foco y mucha lucha.
Desmitifiquemos a los que hacen cosas increíbles como si no les costase esfuerzo porque, salvando honrosas excepciones, sólo hay dos posibilidades: o es más fácil de lo que parece y nos engañan, o detrás hay mucho más esfuerzo, entrega y talento de lo que llegamos a percibir.
Pensar otra cosa es una zanahoria que se nos pone delante para que avancemos.