Porque me lo merezco
En cierta ocasión tras uno de los enfrentamientos entre Karpov y Kasparov, durante una entrevista conjunta, el periodista les preguntó qué otras aficiones tenían además del ajedrez. El primero en contestar fue Karpov y dijo "Filatelia y marxismo". Kasparov simplemente dijo "Ninguna".
Los jugadores de ajedrez que quieren llegar a algo se centran al 100% en el deporte.
Cuando era un adolescente, empezando el instituto, tuve la suerte de conocer a dos chavales de mi edad que eran muy buenos con el tablero. Por aquella época los dos prácticamente se turnaban para ganar la mayoría de los campeonatos de su categoría a los que acudían. Ambos trabajaban duro para seguir avanzando en el juego. Uno de ellos, con el que aún mantengo contacto, en un momento determinado decidió dejarlo. Me dijo que si realmente quería dedicarse al ajedrez no podía hacer nada más que eso. Así que lo abandonó para ir a la Universidad y luego se centró en su carrera profesional fuera del ajedrez del mismo modo que antes se había centrado en el tablero. Hoy ocupa un puesto de gran responsabilidad en una conocida multinacional. El otro siguió aprendiendo y practicando, consagrando su vida a ello. Llegó a ser maestro internacional y en la actualidad creo que hace casi una década que se ha retirado de la competición, aunque sé que se sigue dedicando al ajedrez, viviendo de entrenar a niños y jóvenes.
Un Gran Maestro de ajedrez es alguien muy especial. Deben ser personas muy inteligentes, perseverantes y enfocar todo su esfuerzo en ello durante muchos años. Aún así en el mundo hay en el momento de escribir esto, casi 3.500 maestros internacionales y más de 1.500 Grandes Maestros. En España tenemos 112 y 44 respectivamente. Es decir, son uno entre un millón pero es una disciplina altamente competitiva en la que las probabilidades de llegar a algo son muy pequeñas.
Del mismo modo que he elegido el ajedrez, podría haber utilizado como ejemplo cualquier otro ámbito.
Detrás de cada historia de éxito sólo hay dos posibilidades: o hay alguien caminando sobre ascuas o existe una combinación ganadora de suerte, talento y verdadero esfuerzo bien enfocado. Y por el camino se quedan muchos más que los que llegan.
Cuando se indaga en la historia personal de los personajes más célebres, los que han pasado a la historia por sus grandes hechos, la única constante es que fueron individuos que dedicaron gran parte de su vida a enfocarse en sus logros. Picasso produjo más de 13.000 pinturas y más de 20.000 dibujos ("que la inspiración me coja trabajando", decía). Bach compuso más de 1.000 obras. Einstein publicó casi 250 trabajos con descubrimientos científicos. Edison no inventó la bombilla (fue Joseph Swan) pero al contrario que éste -que solo hizo una decena de intentos de crearla- realizó miles de pruebas hasta dar con la correcta, y en paralelo publicó a su nombre 1.093 patentes en EEUU...
Este tipo de dedicación y esfuerzo se dan por supuestos para algunas profesiones: los atletas de élite, los músicos de carrera, los científicos, los cirujanos y unos pocos otros. Sin embargo tengo la impresión de que un gran porcentaje de la población no piensa lo mismo respecto a su propio éxito profesional. El hecho de que no aspiremos al Olimpo de nuestra profesión no significa que no haya que esforzarse mucho igualmente. El lema de nuestra generación parece ser "Yo me lo merezco" *. Pero lo que se olvida muchas veces es que, por definición, para merecer algo antes tenemos que ganárnoslo, hacer méritos.
Yo pienso que cuando algo me sale mal profesionalmente es culpa mía y solamente mía. Evidentemente no todo está bajo nuestro control y como dicen los anglosajones, shit happens. Pero siempre es más fácil culpar al entorno, a la mala suerte, a los demás o al boogie, que culparse uno mismo.
Es cierto que el entorno condiciona mucho, la suerte influye, los demás a veces nos ponen zancadillas y el boogie nos distrae 😉, pero en la mayor parte de los casos la realidad es que detrás de muchos fracasos suele haber malas decisiones, falta de preparación o enfoque, no saber gestionar ciertas situaciones, falta de talento (hay que saber elegir las batallas para las que estamos preparados) y sobre todo no haber trabajado todo lo duro que debiéramos.
Cuesta, pero que hay que asumirlo.
Centrarse, trabajar mucho y no parar de aprender son condiciones necesarias pero no suficientes para conseguir lo que nos propongamos. Está claro. Hace falta también algo de entorno propicio, suerte y talento. Sin embargo no deja de sorprenderme la buena suerte que tiene la gente que conozco que trabaja duro, no cesa de aprender y está enfocada en sus objetivos...
* Hasta la publicidad nos anima con esta frase a qué nos complazcamos comprando todo tipo de productos, "porque nos lo merecemos" (si quieres perderme como cliente, utiliza ese eslogan en tu publicidad).