Make Humankind Great Again

Este texto rompe de golpe dos de mis normas auto-impuestas para escribir en este blog: no hablar de nada que esté de máxima actualidad y, sobre todo, jamás hablar de política. Tampoco creo que aporte demasiado a la discusión, pues todo se ha dicho ya, pero necesitaba "sacármelo del pecho".

José M. Alarcón
José M. Alarcón
Gallego de Vigo, amante de la ciencia, la tecnología, la sociología, la música y la lectura. Ingeniero industrial y empresario. Fundador de Krasis, especialistas en e-learning. Autor de varios libros y cientos de artículos.
Make Humankind Great Again

Este texto rompe de golpe dos de mis normas auto-impuestas para escribir en este blog: no hablar de nada que esté de máxima actualidad y, sobre todo, jamás hablar de política. Tampoco creo que aporte demasiado a la discusión, pues todo se ha dicho ya, pero necesitaba "sacármelo del pecho". Así que ahí va...

La pasada madrugada del día 8 al 9 apenas pude dormir. Estaba en Seattle, y tuve la oportunidad de seguir las elecciones estadounidenses en directo, desde la costa Oeste del país. Es desde dónde mejor se puede hacer ya que, cuando allí comienza el escrutinio, hace 3 horas que se cerraron las votaciones en la otra costa, así que empiezas a recibir resultados muy pronto. Aguanté levantado hasta las 00:00, y la cosa pintaba mal para la opción demócrata, pero me fui a dormir esperanzado, aunque inquieto por la posibilidad remota (según todos los análisis) de que ganase el energúmeno de Trump. A las 3 de la mañana recibí un mensaje de mi hermano desde España: "Escapa de ahí mientras puedas", que leí en el reloj. Ya no pude seguir durmiendo. Tenía que saber qué había pasado. Cuando lo vi no daba crédito: el energúmeno había ganado, y aquello era malo, muy malo, pero no solo por lo más obvio.

Las principales reacciones que oí al respecto al día siguiente eran fundamentalmente estas dos (bueno, y muchos chistes en Twitter y en el Whatsapp que me cabrearon enormemente por su frivolidad en un momento bastante trascendental):

  • ¿A mi qué más me da? Yo no vivo en EEUU.
  • Una cosa es la campaña y otra lo que hará de verdad. Seguro que se suaviza mucho.

Sobre lo primero no voy a comentar, dada la limitada visión que demuestra ese comentario en un mundo globalizado como el que nos ha tocado vivir.

Sobre lo segundo, tampoco voy a entrar. No me corresponde valorar la posible gestión de este tipejo, aunque sabiendo como piensa él, pero sobre todo sus comparsas Michael Pence (ultra-cristiano en contra de los derechos del colectivo LGBT) y el inefable Ben Carson (el secretario de estado de educación, que ¡es un creacionista convencido!, además de raza negra apoyando a un racista), me lo puedo imaginar. Al menos están a favor de la carrera espacial y la investigación básica. Todo lo demás parece bastante nefasto.

Pero en realidad eso no es lo importante. Hillary Clinton tampoco es ninguna santa, eso está claro. Pero, aunque viniese alguien del futuro a decirme que las políticas de Trump han resultado las mejores y han hecho del mundo un lugar mejor, daría igual. Lo verdaderamente preocupante es lo que dice de la sociedad el hecho de que un personaje despreciable como este haya ganado estas elecciones, incluso con los medios y el "establishment" en contra.

Trump es una persona racista y xenófoba, es misógino, clasista, intolerante, reaccionario, abusón, mentiroso... Cumple además a raja tabla la definición de sociópata. Pero el 50% de los votantes que fueron a las urnas lo han elegido. ¿Qué dice eso de un país, aunque sus votantes hayan representado solamente un 27% de la población? (el 43,1% de las personas con derecho a voto no fueron a votar ese día: muy mala cosa). ¿Y qué dice de una minoría atacada por Trump, como es la Latina, cuyo 29% lo han apoyado? (de esto y de la teoría de justificación del sistema ya he hablado aquí antes y en mi libro, y es algo a la vez interesante pero que da mucho miedo).

Dice muy poco... Por eso, aunque estoy de acuerdo con Fernando Savater acerca de respetar los resultados democráticos (faltaría más), tampoco me extraña que miles de ciudadanos se manifestasen al día siguiente para al menos dar una imagen al mundo de que en ese país hay también gente decente a la que le horroriza que esa calaña haya sido elegida. El mensaje "Trump is not my president" no es un grito anti-democrático. Es un grito de que alguien así no les representa.

Ruincracia

A mi lo que me quita el sueño es que está ocurriendo lo mismo en mayor o menor medida en todo el mundo occidental. En Rusia tenemos a otro sociópata de manual con un apoyo brutal de la población. Lo del Brexit ha sido un esperpento lleno de mentiras y manipulaciones interesadas, y no se trató de un *referendum * sobre permanecer en la UE, sino sobre si el país es xenófobo o no, sobre si son egoístas o no. Y ha salido que son ambas cosas. En Francia, Austria, Polonia, Italia... los extremismos y la irracionalidad avanzan a pasos agigantados. En España no voy a decir nada concreto que seguro que luego alguien me pega (metafóricamente espero), pero solo hay que ver las noticias cada día para darse cuenta de que vamos por un camino similar, aunque podría ser peor...

Ruincracia

Todo esto es un reflejo de cómo se ha conformado la sociedad. Una ciudadanía sin memoria, sin conocimiento, ruin, egoísta, que reacciona solo a eslóganes facilones ("Make America Great Again") y que solo quiere ideas pre-fabricadas que no le hagan pensar mucho. Es el resultado de:

  1. Solo pensar en el ahora, no en el ayer ni en el mañana.
  2. No conocer la historia, ni siquiera la más reciente.
  3. No tener perspectiva global, ni ver las conexiones.
  4. No considerar siquiera las opiniones contrarias.
  5. Demasiado panem et circenses.

Y el que no vea que la situación actual y las que se van a producir en los próximos años en occidente nos pueden conducir a una tercera guerra mundial (que seguramente será la última) es que está mirando a dónde no debe. Seguramente a la pantalla del móvil o a la de la televisión.

Y si crees que exagero... ojalá tengas razón.

Ya lo decía Herman Hesse hace casi 100 años, al terminar la primera guerra mundial:

En cualquier caso, resultó totalmente falsa la opinión que vemos expresar tantas veces durante la guerra: que las mismas dimensiones de la guerra y su gigantesco mecanismo ya eran suficientes para hacer desistir de ella a las generaciones futuras. El temor no es un método educativo. Si existe la afición a matar, ninguna guerra podrá eliminarla. Tampoco servirá de nada considerar los daños materiales que comporta la guerra.

Los actos humanos corresponden apenas a una centésima parte de las consideraciones racionales. Es posible estar totalmente convencido de la insensatez de un acto y pese a ello llevarlo a cabo con ardor. Cualquier apasionado obra de este modo.

Palabras premonitorias, como se demostró con creces solamente 21 años más tarde.

Y así estamos, 100 años después...

La paradoja de la democracia es que su fallo está en su propia definición. Es imposible e injusto decidir quién puede votar y quien no, por eso es el menos malo de los sistemas. Así que en realidad la única solución que tiene occidente pasa por la verdadera educación, erradicar la pobreza y disminuir diferencias entre ricos y pobres. Pero esta receta necesita al menos dos ingredientes: tiempo y voluntad política. Por desgracia no tenemos ni una cosa ni la otra. Así que hoy, una vez más en los últimos tiempos, solo puedo ser pesimista sobre nuestro futuro...

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