Las vacunas de tus hijos no son una decisión personal

Parece que cuanta más información y conocimiento tenemos a nuestra disposición, una parte de la sociedad los rechaza y adopta posturas reaccionarias y, lo que es peor, peligrosas. En el caso concreto de las vacunas es un grave problema, como veremos con detalle.

José M. Alarcón
José M. Alarcón
Gallego de Vigo, amante de la ciencia, la tecnología, la sociología, la música y la lectura. Ingeniero industrial y empresario. Fundador de Krasis, especialistas en e-learning. Autor de varios libros y cientos de artículos.
Las vacunas de tus hijos no son una decisión personal

Me considero una persona racional y positivista sin llegar a extremos. No obstante respeto las creencias místicas y metafísicas de los demás cuando se refieren a la teleología, al fin último de las cosas y el sentido de la vida, mientras éstas respeten la libertad de otros. Lo que no puedo respetar son las creencias en supercherías sin sentido como por ejemplo la homeopatía, los chemtrails o los "no-vacuno-a-mis-hijos-porque-las-vacunas-son-un-complot-de-las-farmacéuticas" entre otras tonterías infundadas de conspiranoicos.

Y es que parece que, cuanta más información y conocimiento tenemos a nuestra disposición, una parte de la sociedad los rechaza y adopta posturas reaccionarias y, lo que es peor, peligrosas.

Y es que en el caso concreto de lo de las vacunas, que se extienda la opinión de que no se deben aplicar es un grave problema, y no solo para los pobres chavales cuyos descerebrados padres no se las proporcionan, sino para la sociedad en su conjunto. De hecho, el problema podría ser tan grave que creo que no se debería dar la opción a ningún padre de tomar esa decisión por sí mismo, y debería ser obligatorio.

Sé que suena duro decirlo, pero hay buenas razones para ello.

En primer lugar, la negativa no se puede sustentar siquiera en creencias religiosas, ya que ninguna religión realmente rechaza las vacunas. En segundo lugar, y más importante, existe un motivo de interés general, basado en las matemáticas, que paso a explicar a continuación...

Tipping Points

En un modelo no-lineal, un "Tipping Point" es el valor de una de las variables en torno al cual cualquier variación por pequeña que sea, a un lado o al otro del mismo, produce un cambio total en el resultado del modelo. En palabras más sencillas, aunque menos exactas, un tipping point es un valor que, una vez superado, podemos tener la seguridad de que el proceso que estudiamos se va a desarrollar de una determinada manera.

Existen multitud de modelos matemáticos no-lineales de este estilo que explican todo tipo de fenómenos naturales: la progresión de un fuego en un bosque, la diseminación de un rumor o una noticia en una sociedad, el comportamiento del mercado inmobiliario, la probabilidad en función de la edad de tener hijos con síndrome de Down o, lo que me importa para el tema de hoy, la difusión de una enfermedad contagiosa en un grupo.

A falta de una traducción mejor seguiré usando Tipping Point o TP en el resto del texto. No conozco una palabra mejor en español para este concepto, aunque a veces se utiliza "punto de inflexión", que se parece conceptualmente pero no es lo mismo, y además es un término que se utiliza demasiado alegremente en la prensa para describir cambios que realmente no son no-lineales, sino simplemente exponenciales.

Así, por ejemplo, existe una determinada densidad de árboles en un bosque (concretamente el 59,27%) a partir de la cual, cualquier pequeño aumento en la misma hace que el fuego pueda atravesar el bosque completo, mientras que si está por debajo el incendio tiene un impacto pequeño. El cambio es enorme con tan solo una pequeña variación alrededor de este valor (que es el TP del sistema). Con una densidad del 58% probablemente el incendio tenga un impacto pequeño, pero con un 60% escaso su avance suponga ya un problema grave. Superar ese tipping point tiene un efecto enorme ya que, como digo, no son sistemas lineales.

Modelos de contagio infeccioso

Otro sistema que funciona de manera no-lineal es el mecanismo de contagio de una enfermedad. El modelo es bastante sencillo en realidad (lo puedes leer aquí), pero para abreviar diré que existe un valor conocido como Ratio básico de contagio o R0, que indica básicamente el promedio de infecciones que genera entre la población sana cada infectado de la enfermedad. Este valor depende de tres variables:

  • La tasa de transmisión de la enfermedad, es decir, lo contagiosa que sea la enfermedad en sí misma.
  • La probabilidad de contacto con otras personas.
  • La tasa de curaciones de la enfermedad, ya que muchas, como el sarampión, una vez que las pasas estás inmunizado, y en eso precisamente se basan las vacunas.

Las enfermedades poco contagiosas tiene valores muy pequeños de este valor. Si es inferior a 1 su impacto no existe y no se transmite en una población. Muchas enfermedades conocidas tienen valores muy altos de R0. Así, por ejemplo, el sarampión tiene un valor aproximado de 18, las paperas de 7 y la gripe común de 3, lo cual nos da una idea de su grado de peligrosidad en cuanto a constituir una epidemia.

Obviamente se puede variar este valor jugando con alguna de las dos variables que están bajo nuestro control: la probabilidad de contacto, o sea, aislar a los enfermos, y la tasa de curaciones, o sea, la vacunación.

Lo interesante del modelo de contagio es que te permite calcular fácilmente qué porcentaje de la población sería necesario vacunar para que una enfermedad contagiosa se extienda o no. De las mismas fórmulas se deriva que el % de población a vacunar para que una enfermedad no se extienda debería ser siempre mayor a 1-1/R0.

Es decir, en el caso del sarampión esto significa que se debería vacunar a 1-1/18 = 17/18 = 94,44% de la población. Si se trata de las paperas llegaría con vacunar al 1-1/7 = 6/7 = 85,71%. Y en el caso de la gripe común sería tan solo aproximadamente el 1-1/3 = 2/3 = 66,67% de la población.

Lo importante de estos resultados es que esos valores constituyen tipping points. Es decir, si se superan aunque sea por poco se puede asegurar que no va a haber una epidemia. Sin embargo si no se alcanzan aunque sea por muy poco, tenemos casi la completa seguridad de que se producirá una epidemia.

Por eso es tan importante que la gente se vacune, y no es una decisión personal. Sería una decisión personal si solo te afectara a ti, o en este caso a tus hijos, aunque esto último sería discutible desde el punto de vista ético. Pero dado que si no se llega al tipping point el problema se convierte instantáneamente en un problema para toda la población.

Insisto: se trata de un tipping point, es decir, es un todo/nada: si no se llega a esos valores el resultado es catastrófico. No es una función lineal.

Por ello, dependiendo de la enfermedad que consideremos, sería suficiente con que un hubiese un porcentaje pequeño de conspiranoicos que decidiesen no vacunar a sus hijos para provocar una epidemia. Por ejemplo, en el caso del sarampión con poco más del 5%. En el caso de otras enfermedades hay un margen mayor, pero si no vacunan de una tampoco de otras así que habría que ponerse en el peor de los casos.

Por ello, hay que ser responsables y vacunar a los críos. Imponiéndolo legalmente si es necesario, del mismo modo que se impone que haya que escolarizarlos, por ejemplo, lo cual no entra tampoco en la potestad de los padres.

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