La era de los hechos alternativos

Vivimos en la época de la humanidad en la que más conocimiento ha existido y al mismo tiempo más al alcance de todos está. Deberíamos estar viviendo en el mundo de la razón y el conocimiento. Nada más lejos de la realidad.

José M. Alarcón
José M. Alarcón
Gallego de Vigo, amante de la ciencia, la tecnología, la sociología, la música y la lectura. Ingeniero industrial y empresario. Fundador de Krasis, especialistas en e-learning. Autor de varios libros y cientos de artículos.
La era de los hechos alternativos

Hace unos días el innombrable presidente de los EEUU firmó una orden ejecutiva para prohibir, de la noche a la mañana, la entrada en su territorio de cualquier ciudadano de 7 países que, los de su cuerda, consideran un peligro para la seguridad nacional. Esto incluía a aquellos que tienen una "Green Card" u otros permisos de residencia. Más allá de lo absurdo de una medida así, del impacto inconmensurable que ello pueda tener sobre la vida de miles de personas, de las reacciones en un sentido y el otro de mucha gente ante ello, de si lo que hacemos aquí en Europa con los refugiados es aún peor... esta bufonada me ha hecho reflexionar sobre una peligrosísima tendencia que se ha exacerbado en los últimos meses, precisamente ante la subida al poder del innombrable de color naranja.

Ante la prohibición por motivos de terrorismo, salieron informaciones tratando de razonar con datos por qué la medida no tenía sentido alguno. Me llamó la atención una tabla que se movió mucho a través de Twitter y que indicaba, con fuentes, el número de personas asesinadas en EEUU cada año por diversos grupos de personas:

Estadísticas de aestadounidenses asesinados acada año por diversos grupos de personas

Muy ilustrativo también los 21 muertos por niños con armas (imagino que de sus padres), o los 69 por cortadoras de césped.

Evidentemente todo podría ser inventado, aunque las fuentes parecen legítimas, incluso muchas son gubernamentales. Pero esa no es la cuestión en la que quiero centrarme, sino en  otra más importante...

¿El nirvana del conocimiento?

Vivimos en la época de la humanidad en la que más conocimiento ha existido y al mismo tiempo más al alcance de todos está. Jamás ha habido tantos científicos investigando, desde el origen del universo hasta hasta las cuestiones más aparentemente prosaicas, ni tantos pensadores indagando en las grandes preguntas de la existencia humana. Al mismo tiempo, gracias a Internet y a la corriente casi filosófica de compartir al máximo el conocimiento, toda esa información está a unos pocos clics de distancia.

En teoría, gracias a esta inédita situación ideal, deberíamos estar viviendo en el mundo de la razón y el conocimiento, en la que cualquier idea equivocada creada a partir del aire o con intenciones espurias sería fácilmente rebatida y sus impulsores se retirarían avergonzados, disculpándose por su falta de diligencia.

Nada más lejos de la realidad.

De hecho parece ser que nos encaminamos hacia todo lo contrario: un mundo en el que la información se inventa bajo demanda para dar pábilo a nuestro punto de vista, y los argumentos emocionales, por absurdos que sean, prevalecen siempre sobre la razón y la "metálica" frialdad de los datos, por muy demostrados y verificados que estén.

¿A qué se debe esto?

No me estoy refiriendo a por qué los que lo promueven lo hacen. Eso está muy claro y es la Historia (con mayúscula) que se repite una y otra vez a pesar de contar con todo lo que menciono en el apartado anterior. O precisamente por ello. La Web actual es el sueño de cualquier dictador o gobernante autoritario: un maná de información de todo tipo en el que cada vez es más difícil discernir la verdad de lo inventado. La censura más efectiva no es la que trata de callar, sino la que ahoga las palabras entre un mar de gritos.

Pero voy a lo principal, que no quiero divagar por muy interesante que sea el asunto...

Lo que me interesa analizar es por qué cuando nuestras ideas se ven confrontadas por los hechos, en vez de sucumbir ante la evidencia y cambiar nuestro parecer, nuestros prejuicios se hacen todavía más fuertes.

Parece increíble, porque va contra la razón y parece anti-intuitivo, pero es una realidad.

Por ejemplo, da igual cuántos fósiles o pruebas verificadas de evolución reciente y observada les muestres: los creacionistas se agarran a sus creencias infundadas y creen que la evolución es falsa y solo una "Teoría" más, tan válida como otra cualquiera. Lo mismo ocurre con los "negacionistas" del cambio climático (aunque yo creo que son solo intereses económicos cortoplacistas y saben que es cierto) o con los anti-vacunas, por citar tan solo a los sospechosos habituales.

El primer efecto psicológico al que culpar es la disonancia cognitiva que nos produce vernos enfrentados a hechos que contradicen por completo las ideas que tenemos tan arraigadas. Estamos hablando de convencimiento, o sea, ideas que emanan de lo más profundo, así que directamente desechamos los datos que las pueden contradecir. No los consideramos posibles y razonamos que son, seguramente, inventados o malinterpretados para confundirnos. Pasa todo el tiempo.

Pero aún hay más, y es interesante.

El efecto de retroceso

El otro comportamiento es más anti-intuitivo todavía y se basa en lo que se conoce como el efecto de retroceso (backfire effect en inglés).

En 2006 los investigadores Brendan Nyhan por aquel entonces en la Universidad de Michigan, y Jason Reifler de la Georgia State University, realizaron un estudio muy interesante en el que presentaron artículos de prensa falsos sobre temas políticos muy polarizados a personas de diferentes signos y creencias. Los artículos estaban creados de modo que reforzaban ideas equivocadas pero que muchas personas creían a pies juntillas. Luego les enseñaban artículos reales que mostraban datos ciertos que llevaban la contraria al anterior.

Por ejemplo, el primero hablaba de que el ejército americano había encontrado armas de destrucción masiva en Irak, y el segundo (y real) que nunca había sido así, como de hecho el propio gobierno reconocía. Los lectores de tendencia más progresista o los contrarios a la guerra no estaban de acuerdo con el primero, y luego aceptaban sin problema el segundo, ya que coincidía con su visión del mundo. Los más conservadores y que estaban a favor de la guerra hacían justo lo contrario: se creían el primero y rechazaban el segundo. Hasta aquí todo normal. Lo sorprendente es que los últimos, tras leer el artículo verdadero, no solo lo rechazaban sino que se quedaban todavía más convencidos de que lo que pensaban en primera instancia era incluso más cierto que antes de leer el artículo real. Lo hicieron también con artículos en el sentido ideológico contrario.

Este efecto no solo se verificó con el estudio anterior, sino que se han conducido muchos otros estudios similares. Por ejemplo,  mostrando estudios científicos falsos y verdaderos, y obteniendo consistentemente los mismos resultados.

Los psicólogos llaman "Asimilación sesgada" (Biased Assimilation en inglés), a la tendencia que todos tenemos de interpretar la información que recibimos de manera que apoye nuestras ideas preconcebidas, y que nos lleve a la conclusión que deseamos. Así, inconscientemente, damos más peso a los datos que apoyan nuestras ideas, y juzgamos como poco fiables los datos que las refutan.

El efecto de retroceso va un paso más allá ya que, cuando la idea está muy arraigada, forma parte de nosotros, los datos contrarios no solo no nos hacen dudar, sino que logran el efecto contrario: que estemos todavía más seguros.

El efecto de retroceso es más acusado cuanto más fuertes son las convicciones, y consiste en que, ante evidencias objetivas que vayan contra éstas, nuestras creencias no solo no se tambalean, sino que se hacen incluso más fuertes que antes, y estamos más convencidos de que nuestro pensamiento original es correcto.

Aun sin ser conscientes de ello, la asimilación sesgada y el efecto retroceso están actuando todo el rato sobre nosotros y nuestro aprendizaje, desde que somos jóvenes pero mucho más cuando somos mayores y nuestras ideas están más consolidadas. Y si no lo crees en tu caso, piensa en ello la próxima vez que te enfrentes a una situación como las descritas, en las que se te ofrecen datos irrefutables que van en contra de lo que crees. O bien la próxima vez que te subas a la báscula por segunda vez cuando la primera medida no da lo que esperas 😉

Es por eso que no se puede ganar una discusión ideológica con datos.

Y es por esto que las peligrosas tendencias populistas que se están fortaleciendo en la sociedad occidental llevan las de ganar, como estamos viendo, por desgracia. Pueden, directamente, inventarse los datos que les den la razón y millones de personas les creerán, y les creerán más todavía cuando vean los datos reales que van en contra de estas ideas.

Bienvenidos a la era de los hechos alternativos. A la era de la post-verdad.

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