La segunda mitad del tablero de ajedrez
El profesor irlandés John Naughton propuso en cierta ocasión el siguiente ejercicio mental, que me influyó enormemente cuando lo leí:
Las primeras biblias salieron en 1455 de la imprenta de Johannes Gutenberg en la ciudad alemana de Mainz. Imagínate que unos pocos años más tarde (¿20?) eres una especie de encuestador medieval que se sitúa en un extremo del puente mayor de Mainz y les haces a los transeúntes unas cuantas preguntas, en plan sondeo de opinión. Una de ellas es la siguiente:
En una escala del 1 al 5, donde 1 significa "Con muy poca probabilidad" y 5 "Con gran probabilidad", con qué probabilidad cree usted que el nuevo invento de Herr Gutenberg va a:
a) Socavar la autoridad de la Iglesias Católica b) Impulsar la Reforma Protestante c) Facilitar la ascensión de la ciencia moderna d) Crear clases sociales y profesiones completamente nuevas e) Cambiar nuestra concepción sobre la infancia como un periodo protegido en la vida de las personas
Es evidente que nadie en aquella época, ni siquiera el propio Gutenberg, **podría haber imaginado que **este aparentemente insulso invento iba a cambiar tanto la historia y el transcurso de la humanidad en los siguientes siglos. De hecho impactó de manera profunda en todo lo que se menciona en la "encuesta" y en muchas otras cosas, sólo que a un ritmo muy lento.
Esto me lleva de nuevo a los procesos exponenciales, de los que empecé a hablar en mi anterior post. Es muy difícil (en realidad imposible) calibrar el impacto que están teniendo en la sociedad, la economía y el mundo en general los avances tecnológicos de la época que nos está tocando vivir.
Existen dos motivos principales: la lógica falta de perspectiva, y el hecho de que el progreso tecnológico actual es exponencial.
En lo primero estamos más o menos en igualdad de condiciones con los paisanos del siglo XV, pero en lo segundo es mucho peor de cara a vislumbrar el futuro, pues el avance de la tecnología -y por lo tanto sus efectos- son mucho más rápidos.
Existe una fotografía, que recientemente también me ha hecho reflexionar bastante, y que refleja de manera muy visual la progresión a la que estamos siendo sometidos. Se trata de la que publicó el mes pasado el programa de televisión americano Today Show en su cuenta de Instagram, durante la proclamación del nuevo papa:
En 2005 no existían los smartphones como ahora los conocemos (ni mucho menos tablets), la conectividad no era ubicua como ahora, Facebook o Twitter ni siquiera se estaban gestando, y si propusieras a alguien la idea de poder recorrer las calles de cualquier ciudad del mundo desde la comodidad de tu sofá te tacharían de majadero…
Parece que fue ayer, pero en tan solo 8 años y sin apenas darnos cuenta decenas de innovaciones que han cambiado la sociedad se han instaurado en nuestras vidas sin posibilidad de retorno. Y si nos trasladamos a hace 15 o 20 años y pensamos en tecnologías que ahora damos por sentadas, entonces nos parecerían verdadera ciencia-ficción. No tenemos coches voladores todavía, pero sí algunos avances que hace muy poco parecerían increíbles.
Y no, en modo alguno estoy comparando la influencia de la imprenta con la de los móviles (que la mayoría de la gente usa para jugar al Angry Birds y decir chorradas por Whatsapp con los amigos). Lo que quiero transmitir es que la revolución digital y todo lo que la rodea está evolucionando según un proceso exponencial. Y como (creo que) dejé claro en mi anterior post con el ejemplo del lago y los nenúfares, sus efectos son realmente difíciles de prever.
Ray Kurzweil acuñó la frase "estar en la segunda mitad del tablero de ajedrez" haciendo una analogía con el relato del tablero de ajedrez que mencioné también en mi anterior post. Con ella señala el punto en el que la evolución tecnológica llegará a un nivel de progresión en el que las innovaciones se acelerarán tanto que llegará un momento en el que serán casi instantáneas. Los cambios para entonces producirán también de manera muy rápida todo tipo de efectos sobre la sociedad, el planeta e incluso el ser humano. Su teoría tiene acérrimos defensores y detractores feroces. Y como hace 20 años suenan también ahora a ciencia-ficción irrealizable.
No voy a entrar aquí a comentar la verosimilitud o no de sus predicciones, pero lo cierto es que cada dos años se dobla la capacidad de cómputo de los dispositivos electrónicos, según la Ley de Moore. Ésta lleva cumpliéndose décadas. Aunque los límites físicos de miniaturización harán que alrededor del año 2019 la actual tecnología no pueda conseguir esos progresos, existen otras tecnologías alternativas prometedoras que con toda probabilidad harán que se siga cumpliendo durante mucho más tiempo.
Aunque seamos conservadores y asumamos que desde que se realiza un avance técnico significativo hasta que es absorbido por la sociedad pasa un tiempo prudencial (cada vez menor, todo hay que decirlo), y que el periodo de duplicación de la progresión no es por tanto de dos años sino mayor: ¿Cuánto tardaremos en llegar a un punto en el que los efectos de las innovaciones sobre la sociedad tengan un impacto tan grande que realmente la cambien para siempre de manera irreversible?
Ya está pasando, sólo que a un ritmo todavía contenido. Pero los cambios tecnológicos están trayendo ya hoy en día cambios sociales que nos deberían interesar mucho a todos. Por la cuenta que nos trae.
A mi en particular me interesa mucho la influencia que tiene la tecnología -y sobre todo la que en unas décadas puede llegar a tener- en la organización del trabajo y en el futuro de la sociedad trabajadora. Y ya está siendo mucho más de la que pueda parecer a simple vista. Ese será el tema de mi próximo post 😃