Drosophila, ajedrez e innovación en la empresa tecnológica
La Drosophila, también conocida como mosca de la fruta o mosca del vinagre, es uno de los organismos más estudiados en biología, especialmente en genética.
Solamente tienen cuatro pares de cromosomas, tres autosomas y un cromosoma sexual y desde los años ‘80 existen técnicas avanzadas de transformación genética que permiten manipularlos. Sus más de 139 millones de pares de bases fueron secuenciados en el año 2000 y puestos a disposición de la comunidad científica a través de la base de datos online FlyBase. Cerca del 70% de los genes humanos vinculados con enfermedades tienen su homólogo en la Drosophila. Por ello se utilizan mucho como modelo genético para estudiar enfermedades humanas.
Dado que viven solamente unos 10 días, durante los cuales ponen unos 2.000 huevos, y que existen miles de variantes diferentes de esta mosca (de alas grandes, pequeñas, curvadas… con o sin antenas, con o sin ojos…), es posible estudiar muchas generaciones con sus cruces y mutaciones en un espacio de tiempo muy reducido, con un potencial de investigación enorme.
La rapidez para poder probar variaciones es la clave de que se sean tan útiles en todo tipo de innovaciones genéticas.
Internet: la Drosophila del innovador tecnológico
Antes de la eclosión de Internet y los negocios online el proceso de crear productos tecnológicos era muy lento, sobre todo por la dificultad de distribuirlos y hacerlos llegar a cientos o miles de personas. **Internet **no sólo posibilitó la creación de modelos de negocio antes impensables, sino que sobre todo facilitó la distribución de productos y servicios a una escala antes inimaginable. Este es un factor que, aunque implícito, pocas veces se menciona, y es de capital importancia.
En la actualidad montar una empresa de Internet tiene pocas más barreras que las de la dedicación y el conocimiento de los promotores del proyecto. Distribuir nuevas versiones de un software es sencillo puesto que todos los usuarios tienen conexión permanente y rápida a Internet, usando actualización automática en muchos casos. Si lo que vendemos es una aplicación Web entonces es más fácil todavía: basta con actualizar nuestros servidores y de manera instantánea todos los usuarios disponen de una nueva versión del producto en sus manos.
Esta facilidad casi inmediata de distribuir software abre posibilidades inmensas para la innovación.
Por ejemplo, en lugar del tradicional preguntar a los clientes qué es lo que quieren y hacer pruebas privadas de nuevas características, podemos ir incorporando nuevas funcionalidades y ajustes de pequeño calado, distribuirlos a los usuarios en unas horas, recabar en unos pocos días información sobre su uso y las dificultades que presentan, y hacerlos permanentes, mejorarlos o retirarlos según los resultados. Esto es válido para software, una tienda on-line, la colocación de un Call To Action en una página web, etc…
Otro caso muy típico es la prueba de nuevas funcionalidades importantes en grupos reducidos pero estadísticamente significativos de usuarios: distribuimos la funcionalidad a un grupo seleccionado o aleatorio de éstos, segmentándolos en función de los datos que tengamos. Analizamos su comportamiento en tiempo real y realizamos ajustes sobre la marcha. En unos pocos días tendremos resultados y sabremos si la funcionalidad cuaja o no, si es fácil de manejar o necesita mejorar la usabilidad, si la gente la valora y la utiliza… Conseguir algo así ahora nos puede llevar unos cuantos días. Hace 15 años sería un proceso muy largo y costoso.
Al igual que los genetistas con la Drosophila, los innovadores en el mundo del software están sacando partido a Internet gracias a la velocidad que les ofrece a la hora de probar mutaciones en sus desarrollos. Hay empresas muy conocidas (como Amazon) que prueban y desechan varias cosas todos los días, consiguiendo una velocidad de mejora e innovación enorme.
Ganar siempre al ajedrez
El pasado mes de marzo tuve la suerte de participar como ponente en el Software Passion Summit 2012 en Göteborg, Suecia. El encargado de hacer la conferencia de apertura del evento fue el gurú de la ingeniería del software Jan Bosch. El tema central de su interesante intervención fue precisamente la velocidad de desarrollo y cómo conseguirla mediante la arquitectura de software. Hizo una analogía que me pareció genial y creo que es muy apropiada en el contexto de lo que estoy intentando transmitir:
“No soy un buen jugador de ajedrez, pero me apuesto lo que quieras a que soy capaz de ganarle a cualquiera con tan solo introducir una modificación en las reglas: que por cada movimiento que haga mi contrario a mi se me permita hacer dos”
¿Te parece una modificación injusta?…
…Bueno, pues eso precisamente es lo que están haciendo hoy en día muchas empresas innovadoras que sacan partido a la facilidad de probar cambios que ofrece Internet, con su capacidad de distribución selectiva y recogida de información.
Una de las claves de la innovación es equivocarse de la manera más barata posible. Y todo lo que tenga que ver con Internet nos permite conseguirlo: estrategias de marketing, mensajes comerciales, optimización de páginas, características de productos, innovación gradual con pequeños ajustes probados en tiempo record…
Los tiempos de la empresa con un plan estratégico a dos años para cada cosa han desaparecido, al menos en nuestro sector. Y por eso es importante probar y cambiar de opinión constantemente, aunque muchos (incluso dentro de la propia empresa) no lo entiendan y se rebelen.
Todas las empresas de tu competencia que emplean estas técnicas están jugando al ajedrez contra ti haciendo dos o más movimientos por cada uno que tú haces. ¿Quién crees que va a ganar?